Washington
En una imagen que ha dado la vuelta al mundo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cedió el protagonismo de su primera reunión de gabinete al magnate Elon Musk, quien sin ostentar un cargo formal, fue recibido con aplausos y con la promesa de Trump de remover a cualquier funcionario que no esté de acuerdo con su visión.
«¿Hay alguien que no esté contento con Elon? Si es así, lo echaremos de aquí», dijo Trump en tono de broma ante su gabinete y el vicepresidente J.D. Vance. Pero más allá de la aparente ligereza del comentario, el mensaje es claro: Musk, el hombre más rico del mundo, es ahora un actor clave en la reestructuración del aparato gubernamental de EE.UU.
El presidente firmó una orden ejecutiva que otorga a Musk amplios poderes dentro del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), organismo que supervisará el gasto de las agencias federales y que ya ha comenzado a implementar medidas de reducción, modificación e incluso cancelación de contratos gubernamentales.
¿Libertad o Autoritarismo? El Gran Juego de Trump
El movimiento de Trump de darle un papel central a Musk en la supervisión de la burocracia estadounidense despierta una serie de interrogantes sobre el verdadero alcance de esta estrategia.
- ¿Gobierno empresarial? Musk, sin un cargo oficial, tiene acceso a información y control sobre recursos federales como si se tratara de un CEO que asume la dirección de una empresa.
- ¿Purga burocrática? Bajo su liderazgo, el DOGE ha enviado correos a tres millones de empleados federales exigiendo que justifiquen sus tareas o podrían ser despedidos.
- ¿Señales de autoritarismo? Trump ha dejado claro que su administración no tendrá espacio para quien se oponga a Musk, sugiriendo que su autoridad dentro del gobierno puede ser mayor a la de varios secretarios de Estado.
«Estados Unidos caerá en bancarrota si no hacemos los recortes necesarios», advirtió Musk, en lo que parece ser el eje rector de su intervención gubernamental.
Pero este nivel de intervención de un actor privado en la administración pública plantea una pregunta fundamental: ¿es este un modelo innovador de eficiencia gubernamental o el primer paso hacia una concentración de poder sin precedentes?
Mientras Trump y Musk reorganizan EE.UU., Sheinbaum busca evitar la tormenta arancelaria
Mientras en Washington se reconfigura el papel del sector privado en la toma de decisiones del gobierno estadounidense, México enfrenta su propia batalla con Trump.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha enviado a su gabinete de seguridad y al canciller Juan Ramón de la Fuente a negociar en Washington para frenar la entrada en vigor de los aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas, programados para el 4 de marzo.
- «Vamos a intentar llegar a un acuerdo dentro del marco de nuestra soberanía», aseguró Sheinbaum, dejando entrever la frágil posición de México en la mesa de negociación.
- «El combate al tráfico de fentanilo está funcionando», defendió el canciller mexicano, aunque Trump mantiene su postura de que los esfuerzos han sido insuficientes.
- La «Operación Frontera Norte» ya ha dejado 819 detenidos y más de 11,000 kilos de drogas incautadas, en un intento de México por demostrar su compromiso con el control migratorio y el combate al narcotráfico.
Sheinbaum no descarta un encuentro cara a cara con Trump después del 4 de marzo, lo que sugiere que el tira y afloja entre ambos gobiernos está lejos de terminar.
Trump, Musk y el futuro de la política global
El empoderamiento de Musk dentro del gobierno estadounidense y la mano dura de Trump en las relaciones comerciales con sus aliados dejan ver un mundo en el que las reglas de la política y la economía están siendo reescritas.
La pregunta sigue en el aire: ¿es este el inicio de un nuevo orden en el que los empresarios gobiernan sin ser elegidos? ¿O simplemente una jugada más de Trump para demostrar que puede poner y quitar a voluntad?
En la nación que más defiende la libertad, parece que el poder se está concentrando de una forma nunca antes vista.