Trump revela sus planes económicos y geopolíticos: un giro radical hacia el nacionalismo económico

“Fabricar en Estados Unidos o pagar aranceles”

Davos, Suiza.

En un mensaje claro y audaz desde Washington, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dejó al descubierto los pilares de su estrategia económica y política global durante su participación remota en el Foro Económico Mundial en Davos. Con un discurso marcado por el nacionalismo económico, Trump lanzó una advertencia contundente: “Fabricar en Estados Unidos o pagar aranceles”, sentando las bases para una nueva era de proteccionismo que promete repercutir en la economía global.

El presidente, quien asumió su segundo mandato hace pocos días, prometió convertir a Estados Unidos en el epicentro de la producción mundial ofreciendo “los impuestos más bajos en la Tierra” a las empresas que trasladen sus operaciones al país. Sin embargo, dejó claro que quienes no se sumen a su propuesta enfrentarán aranceles diseñados para dirigir “cientos de miles de millones de dólares” a las arcas estadounidenses, fortaleciendo la economía y ayudando a pagar la deuda nacional.

Un mensaje directo a la OPEP y la Unión Europea
Trump no perdió oportunidad para presionar a la OPEP y a Arabia Saudita, exigiendo una reducción inmediata de los precios del petróleo, argumentando que su alto costo alimenta la guerra entre Rusia y Ucrania. Además, en tono crítico, señaló que la Unión Europea trata injustamente a Estados Unidos con barreras comerciales, anunciando medidas correctivas.

“Tenemos un déficit comercial insostenible con la UE y vamos a resolverlo. Estoy intentando ser constructivo, pero los estados miembros hacen que competir sea casi imposible para nuestras empresas”, enfatizó Trump, citando su propia experiencia en negocios en Irlanda y ejemplos como Apple.

El regreso del petróleo, adiós a las energías limpias

Fiel a su estilo, Trump firmó una serie de órdenes ejecutivas para declarar una “emergencia energética nacional”. Su objetivo: aumentar la producción de combustibles fósiles, reducir los costos para el consumidor y desmantelar políticas de energías limpias impulsadas por su predecesor, Joe Biden. Entre las medidas destaca la apertura de áreas protegidas como el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico y la Reserva Nacional de Petróleo de Alaska a la perforación, una decisión que ha generado críticas internacionales.

Además, Trump inició el proceso de retirada de Estados Unidos del Acuerdo Climático de París, repitiendo el movimiento de su primer mandato, y anunció la salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), argumentando la necesidad de priorizar los intereses estadounidenses.

Política migratoria y tensiones laborales

El endurecimiento de la política migratoria fue otro eje central. Trump eliminó la aplicación CBP One, utilizada por migrantes para solicitar asilo, reinstauró el programa “Permanece en México” y prometió deportaciones masivas. Además, planteó negar la ciudadanía a los hijos de migrantes indocumentados, una medida que enfrenta obstáculos legales por la Enmienda 14 de la Constitución.

Analistas advierten que estas medidas podrían desestabilizar sectores clave como la agricultura, la construcción y los servicios, donde los migrantes representan una parte significativa de la fuerza laboral.

Impacto en el comercio global y la geopolítica

El mensaje de Trump de “fabricar en América” podría desencadenar nuevas tensiones comerciales, especialmente con aliados como México y Canadá, que ya enfrentan amenazas de aranceles por flujos migratorios y comercio de fentanilo.

El enfoque proteccionista, combinado con su intención de renegociar acuerdos multilaterales como el de la OCDE, marca un desafío directo al orden económico global. Trump reiteró que su meta es clara: “Hacer grande a América de nuevo”, pero con una estrategia que, según críticos, podría polarizar aún más al país y sus relaciones internacionales.

Un liderazgo controversial pero decidido

Con estas medidas, Trump busca consolidar su visión de una economía estadounidense autosuficiente, impulsada por la manufactura local y el crecimiento energético. Sin embargo, el costo político y social de sus decisiones aún está por verse. En el escenario global, su mensaje desde Davos envió una señal inequívoca: Estados Unidos va por todo, y el mundo deberá adaptarse a un orden en el que el nacionalismo económico es la nueva regla del juego.