Washington, D.C.
El presidente Donald Trump ha demostrado ser un estratega implacable, con una política exterior que se rige por la confrontación y la transacción, dejando a sus socios y adversarios en un estado de constante incertidumbre. Su reciente actividad diplomática y sus declaraciones han encendido alarmas en tres continentes, pero es en América, y particularmente en la relación con México y Canadá, donde la tensión alcanza un punto de inflexión con repercusiones directas para el sector empresarial.
Los Tres Frentes de la Estrategia Trumpista
La agenda de Trump revela un enfoque global y simultáneo para renegociar los términos de la interacción internacional a favor de Estados Unidos:
- Frente Asiático: La Tregua con China bajo Amenaza: La gira de Trump por Asia, centrada en su encuentro con Xi Jinping, busca un acuerdo para reducir aranceles y restricciones comerciales. Sin embargo, la tregua comercial de 90 días acordada en agosto se mantiene frágil. Trump presiona a China para que incremente sus compras de soja y aborde el tráfico de fentanilo, cuyos precursores químicos provienen del gigante asiático. La presión arancelaria se mantiene como un arma latente, afectando también a socios estratégicos como Japón y Corea del Sur.
- Frente Europeo y Global: Paz con Coerción: En el plano global, Trump ha centrado sus esfuerzos en mantener el alto el fuego en Gaza y poner fin a la guerra de Ucrania, utilizando la amenaza de sanciones comerciales para forzar acuerdos, como lo hizo con Tailandia y Camboya. Este uso de la fuerza económica y la disuasión militar como herramientas de negociación es la firma de su diplomacia.
- Frente Americano: Ataque Directo a Socios Clave: La relación con los vecinos de Norteamérica se ha deteriorado drásticamente. Trump ha terminado de inmediato todas las negociaciones comerciales con Canadá, acusando a las autoridades de tergiversar al expresidente Ronald Reagan en una campaña publicitaria contra los aranceles. Este giro extraordinario pone de manifiesto la volatilidad de las relaciones comerciales y la disposición de Trump a romper acuerdos por motivos políticos o retóricos.
México: ¿Socio o Problema de Seguridad Nacional?
La situación más delicada se centra en México, socio fundamental en el T-MEC. Trump ha asegurado que «México está controlado por los cárteles y tenemos que defendernos», a pesar de calificar a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo como una «extraordinaria mujer» y muy valiente. Esta dicotomía entre el elogio personal y la acusación institucional es altamente corrosiva para la confianza bilateral.
Las implicaciones de estas declaraciones son profundas y directas para el sector empresarial:
1.- Desconfianza Estratégica:
Al afirmar que México está controlado por organizaciones criminales, Trump justifica su falta de cooperación en el intercambio de información sensible, como la relacionada con el fentanilo. Trump tiene información y no la comparte porque no confía en sus socios (México), lo que socava la colaboración en seguridad y, por extensión, la confianza en la estabilidad del país.
2.- Riesgo T-MEC:
Las acusaciones de que los cárteles tienen una «alianza con el gobierno de México» y ponen en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos se producen en un momento de alta sensibilidad, con la negociación del T-MEC en el horizonte. Esta retórica sienta las bases para una negociación más dura y para la posible imposición de medidas unilaterales, como aranceles o sanciones, bajo el pretexto de la seguridad nacional.
3.- Impacto en la Inversión:
Para empresarios e inversionistas, la incertidumbre generada por la retórica de Trump es un factor de riesgo ineludible. La posibilidad de que el T-MEC se rompa o se renegocie bajo presión, sumada a la percepción de que el país enfrenta serios problemas de seguridad y gobernanza, puede desalentar la Inversión Extranjera Directa (IED) y frenar el potencial del nearshoring.
El panorama actual exige a México una estrategia clara y contundente para contrarrestar la narrativa de Trump. La presidenta Sheinbaum ha respondido con firmeza, defendiendo la soberanía nacional y la lucha contra el crimen, pero la presión de la Casa Blanca, con sus «dos brazos» (aranceles y milicia), es un desafío que requiere de una diplomacia de alto nivel y la unidad del sector empresarial para defender los intereses económicos de la nación. La reconfiguración geopolítica de Trump no es un juego; es una realidad que exige una lectura estratégica y una acción inmediata.





