Washington.
La estrategia de Donald Trump de utilizar los aranceles como un arma de negociación sigue generando incertidumbre global, particularmente para México y Canadá, los principales socios comerciales de Estados Unidos. A pesar de haber anunciado la suspensión temporal de los gravámenes del 25 % para ambos países, la falta de claridad en su estrategia a largo plazo mantiene en vilo a las industrias más afectadas, especialmente la automotriz y la siderúrgica.
Una pausa estratégica, pero sin garantías
El 4 de febrero, fecha en la que los aranceles al acero y aluminio mexicanos y canadienses entrarían en vigor, Trump decidió aplazar la medida por 30 días, argumentando que ambos países habían accedido a reforzar el control fronterizo y combatir el tráfico de fentanilo. Sin embargo, esto no representa una victoria diplomática para México y Canadá, sino una advertencia de que los aranceles pueden imponerse en cualquier momento si Trump considera que no se han cumplido sus exigencias.
El asesor de Comercio y Manufactura de EE.UU., Peter Navarro, dejó claro que no se apresurarán en definir aranceles recíprocos, pero sí revisarán a detalle cada barrera comercial que afecta a las exportaciones estadounidenses.
«Lo que va a pasar es que vamos a mirar a todos nuestros socios comerciales, empezando por aquellos con los que tenemos los mayores déficits. Descubriremos si están engañando al pueblo estadounidense y si lo están, tomaremos medidas para corregir ese error», declaró Navarro.
Industria automotriz en alerta: inversiones en pausa
Los principales fabricantes de automóviles en EE.UU., General Motors y Ford, han mostrado su preocupación por la falta de certidumbre en las políticas comerciales de la Administración Trump.
Mary Barra, CEO de GM, reconoció que desde noviembre han estado planificando formas de mitigar el impacto de los aranceles, pero que aún no tienen claridad sobre las futuras medidas del presidente.
«Estaremos preparados cuando sepamos exactamente lo que va a pasar», señaló la directiva.
Por su parte, Jim Farley, CEO de Ford, advirtió que los aranceles a México y Canadá provocarán un golpe sin precedentes en la industria automotriz estadounidense, beneficiando a fabricantes de Corea del Sur, Japón y Europa, quienes no están sujetos a los mismos impuestos.
«Estos aranceles harán un boquete en la industria de EE.UU. como no se ha visto nunca antes», declaró Farley.
La directora financiera de Ford, Sherry House, fue aún más clara sobre los efectos inmediatos de la medida:
«No estamos tomando grandes decisiones en estos momentos. Estamos esperando a ver el impacto que va a tener lo que está pasando», afirmó.
Esta pausa en inversiones es un golpe directo a la competitividad de la industria en Norteamérica, ya que la incertidumbre dificulta la planificación y el desarrollo de nuevos proyectos.
México y Canadá buscan negociar, pero el tiempo corre
Ante este escenario, México y Canadá han intensificado su labor diplomática para intentar que la Casa Blanca revierta definitivamente los aranceles. No obstante, Trump ya ha demostrado que los acuerdos con su administración son frágiles y pueden cambiar de un día para otro.
El T-MEC, el tratado comercial que sustituyó al TLCAN, fue diseñado para fortalecer la integración económica de América del Norte. Sin embargo, las constantes amenazas arancelarias de Trump están minando la confianza de los inversionistas y creando una inestabilidad que podría afectar a toda la región.
¿Es posible mantener una relación comercial estable con Trump?
La gran pregunta para México es cómo responder ante un socio comercial tan volátil. La presidenta Claudia Sheinbaum ha insistido en la necesidad de actuar con «cabeza fría», pero ¿realmente se puede negociar con un presidente que rompe acuerdos unilateralmente y usa los aranceles como una herramienta de chantaje?
Hasta ahora, la estrategia de Trump ha sido clara: presionar con aranceles para obtener concesiones. Lo hizo con México y Canadá en materia migratoria y de seguridad, y lo ha hecho con China, desatando una guerra comercial que aún sigue en curso.
El problema para México es que cualquier intento de represalia comercial podría escalar el conflicto y provocar una reacción aún más agresiva por parte de Trump. Pero si no responde, ¿qué garantías tiene de que nuevas amenazas no sigan apareciendo en el futuro?
El dilema de la soberanía económica
México está atrapado en un escenario donde debe defender su economía sin provocar una guerra comercial, y al mismo tiempo mantener la estabilidad en un entorno global incierto.
Si bien la diplomacia es fundamental, también es momento de que el gobierno mexicano evalúe opciones estratégicas para diversificar sus mercados y reducir la dependencia de EE.UU. en sectores clave como la manufactura y la industria automotriz.
Con un Trump cada vez más impredecible y una comunidad empresarial preocupada por la falta de certidumbre, México enfrenta el reto de navegar un escenario comercial hostil sin perder competitividad.
El reloj sigue corriendo, y la pregunta sigue abierta: ¿Cuánto más podrá resistir México sin tomar represalias?