Trump Amenaza con Desmantelar el T-MEC: ¿Fin de la Integración?

La propuesta de Donald Trump de sustituir el T-MEC por acuerdos bilaterales con México y Canadá, sumada a las acusaciones de incumplimiento por parte de funcionarios estadounidenses y canadienses, coloca a la economía mexicana en una encrucijada crítica.

Washington, D.C.  

El futuro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) pende de un hilo. Las recientes declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, sobre la posibilidad de sustituir el acuerdo trilateral por pactos bilaterales, junto con las críticas de altos funcionarios de Estados Unidos y Canadá sobre el supuesto incumplimiento de México, han desatado una ola de incertidumbre que amenaza con reconfigurar el panorama económico de América del Norte. Para México, esta situación no es solo un desafío diplomático, sino una potencial sacudida a su estabilidad económica y a la confianza de los inversionistas.

Durante una reunión con el primer ministro canadiense, Mark Carney, en la Casa Blanca, Trump fue explícito: «Podríamos renegociarlo, y eso sería bueno, o simplemente podemos hacer acuerdos diferentes. Se nos permite hacer acuerdos diferentes». Esta postura, que prioriza «el mejor trato posible» para Estados Unidos, revive el fantasma de la unilateralidad y la presión que caracterizó su primer mandato, donde la amenaza de aranceles y la renegociación forzada fueron herramientas constantes.

La Tormenta Perfecta: Acusaciones de Incumplimiento y el Riesgo Bilateral

La preocupación se intensifica con las voces que señalan a México por presuntos incumplimientos del T-MEC. Jamieson Greer, representante de Comercio de Estados Unidos, afirmó en el New York Economic Club que «actualmente no existen razones suficientes para extender o mantener el Tratado», argumentando que México no ha cumplido con varios compromisos, especialmente en los sectores energético, de telecomunicaciones y agrícola. Aunque Greer evitó dar detalles, sus palabras son un claro indicio de la insatisfacción estadounidense.

Por su parte, el primer ministro canadiense, Mark Carney, aunque en un tono más conciliador, ha expresado las presiones que su país enfrenta debido a la guerra comercial, que ya provocó una caída del 1.5% en el Producto Interno Bruto canadiense. La idea de Trump de que las relaciones comerciales con Canadá y México son «tan diferentes» y deberían manejarse de forma bilateral, sugiere una estrategia de fragmentación que podría debilitar la posición negociadora de México.

Implicaciones Críticas para la Economía Mexicana

Para la economía mexicana, la disolución del T-MEC o su transformación en acuerdos bilaterales tendría repercusiones profundas y de gran alcance:

•Pérdida de Certeza Jurídica: El T-MEC ha sido un pilar de estabilidad y predictibilidad para la inversión extranjera directa. Un cambio en el marco legal generaría una enorme incertidumbre, desincentivando nuevas inversiones y la expansión de las existentes.

•Impacto en Cadenas de Suministro: Las cadenas de suministro en América del Norte están altamente integradas. La fragmentación del acuerdo podría implicar la imposición de nuevas barreras, aranceles y regulaciones, encareciendo la producción y afectando la competitividad de las empresas mexicanas.

•Vulnerabilidad Negociadora: Un acuerdo bilateral con Estados Unidos colocaría a México en una posición de menor poder de negociación, expuesto a demandas y presiones unilaterales sin el contrapeso de Canadá.

•Desaceleración Económica: Sectores clave como el automotriz, manufacturero y agrícola, que dependen en gran medida del acceso preferencial al mercado estadounidense, podrían sufrir contracciones significativas, impactando el empleo y el crecimiento económico general.

•Reconfiguración de la Inversión: Las empresas que se han establecido en México bajo el paraguas del T-MEC podrían reconsiderar sus estrategias, buscando relocalizar operaciones o diversificar sus inversiones, lo que afectaría directamente el nearshoring y la capacidad de México para atraer capital.

La situación es delicada. Mientras el gobierno mexicano, a través del Secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha expresado que se mantendrá en comunicación con sus contrapartes y esperará una evaluación formal, la presión política y económica de Estados Unidos es innegable. La capacidad de México para defender sus intereses y mantener la integridad del T-MEC será una prueba crucial para su liderazgo y su resiliencia económica en el complejo tablero del comercio internacional. Los empresarios e inversionistas de América Latina deben seguir de cerca cada desarrollo, ya que las decisiones que se tomen en las próximas semanas y meses definirán el futuro de la integración económica regional.