Tensión entre socios del T-MEC

Trump lanza advertencia sobre el tratado; Sheinbaum apela a la cooperación; Canadá defiende su soberanía

Washington, D.C

La relación entre los tres socios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha entrado en una fase de tensión creciente. Aunque el acuerdo comercial sigue vigente y ha sido un pilar económico para América del Norte, las recientes declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, han encendido las alarmas. “(El T-MEC) ha sido muy efectivo… pero la gente tiene que respetarlo. Y eso ha sido un problema. La gente no lo ha respetado”, señaló desde el Despacho Oval en un encuentro con el primer ministro canadiense, Mark Carney. “Como saben, caduca pronto. Y se renegociará muy pronto”.

El tono del mandatario republicano no es casual. En sus primeros 100 días de regreso al poder ha vuelto a marcar la agenda internacional con una política comercial agresiva, sintetizada en una lógica clara: “Si quieres vender en Estados Unidos, tienes que pagar el precio”.

Una renegociación en el horizonte

El T-MEC, que sustituyó al TLCAN y entró en vigor en 2020, establece una cláusula de revisión obligatoria antes de julio de 2026. Sin embargo, Trump ha adelantado los tiempos, insinuando que el tratado será renegociado —o incluso cancelado— si sus condiciones no se cumplen, de acuerdo con su visión.

Su señalamiento no es menor: tanto México como Canadá han sido blanco de aranceles sobre acero, aluminio y autopartes. Y mientras Canadá ha reaccionado con firmeza, el gobierno mexicano ha mantenido una postura más conciliadora.

México insiste en el diálogo… ¿pero hay reciprocidad?

La presidenta Claudia Sheinbaum aseguró que “no hay señales de que el T-MEC vaya a desaparecer” y subrayó la buena relación con Washington, citando el trabajo constante de su secretario de Economía, Marcelo Ebrard. Además, destacó que México sigue obteniendo beneficios arancelarios en muchos rubros y que la cooperación en temas de comercio, seguridad y migración ha sido sólida.

No obstante, un hecho no pasa desapercibido: Trump ha recibido ya en la Casa Blanca al primer ministro canadiense, pero no ha extendido aún una invitación a la presidenta de México. La omisión comienza a levantar sospechas sobre el verdadero estado de la relación bilateral. ¿Falta de reciprocidad? ¿Desinterés estratégico? ¿O una señal velada de tensiones no resueltas?

La Casa Blanca ha sido escenario de anuncios clave sobre comercio, mientras México permanece en un plano más distante. Como señaló un analista en Washington: “Solo Trump y Sheinbaum saben por qué aún no ha sido invitada. Pero en política exterior, los gestos también comunican.”

Canadá, firme en su postura

Por su parte, Mark Carney fue claro: “Canadá no está a la venta”, en respuesta al comentario provocador de Trump sobre su deseo de que el país norteño se convierta en el estado 51 de la Unión Americana. Aunque el comentario fue recibido con humor, Carney reafirmó la soberanía de su país y el compromiso con una relación bilateral basada en el respeto mutuo.

Un contexto global: EE.UU. negocia con medio mundo

La estrategia de presión comercial de Washington no se limita al T-MEC. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó esta semana que Estados Unidos está en conversaciones comerciales con 18 países, incluyendo a China. El próximo encuentro con la delegación china se realizará este fin de semana en Ginebra, y aunque no se espera un acuerdo definitivo, marca el inicio de una fase de desescalada.

“Habrá acuerdos verbales iniciales que luego formalizaremos. Pero tengan por seguro que Trump tendrá la última palabra”, afirmó Bessent ante el Congreso.

Este rediseño de relaciones comerciales globales coloca al T-MEC en una posición clave: si no se adapta a la nueva narrativa estadounidense, podría quedar rebasado por una política arancelaria centrada en el poder de compra de Estados Unidos.

Un tratado bajo presión

La retórica de Trump es clara y directa: Estados Unidos tiene el mercado, los demás tienen que alinearse. En contraste, Canadá defiende su modelo; México apuesta por el diálogo. El T-MEC fue concebido como una plataforma de integración regional. Hoy, más que nunca, está puesto a prueba por el juego de poder, los intereses electorales y la diplomacia de alto riesgo.

¿Se renegocia o se desmantela? ¿Se fortalece o se fragmenta? La respuesta se escribirá en los próximos meses, y dependerá tanto de las negociaciones formales como de la política de gestos —y ausencias— que ya marcan el rumbo.