Ciudad de México.
La relación migratoria entre México y Estados Unidos enfrentará un cambio drástico a partir del 20 de enero de 2025, con el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Así lo advirtió el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, quien alertó sobre una inminente «sacudida» en la política migratoria entre ambos países.
En su última conferencia como embajador, Salazar señaló que las promesas de campaña de Trump sobre deportaciones masivas tienen una alta probabilidad de materializarse. «Las deportaciones en realidad sí pueden ocurrir porque ahí está la ley y las promesas de la campaña (…) y lo que se ve todos los días en la televisión de Estados Unidos», afirmó.
El Gobierno mexicano ya ha anticipado esta situación, anunciando medidas para recibir a miles de mexicanos que podrían ser deportados, aunque ha dejado claro que no se hará responsable de migrantes de otras nacionalidades.
Nuevas prioridades en la relación bilateral
Salazar destacó que la seguridad será el eje principal de la política migratoria de la nueva administración estadounidense. Sin embargo, también subrayó que México sigue siendo el socio más importante para Estados Unidos y que ambos países deben aprovechar esta relación para fortalecer áreas clave como la frontera compartida, el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) y la frontera México-Guatemala.
El embajador enfatizó la importancia de modernizar la infraestructura fronteriza entre ambos países. «Esto no solo ayudará a combatir el tráfico ilícito de drogas, armas y personas, sino que también facilitará el comercio legal, reducirá costos y tiempos, y promoverá la integración económica de América del Norte», afirmó.
Sobre el CIIT, un proyecto que visitó en tres ocasiones, destacó su potencial para fortalecer las cadenas de suministro y diversificar las rutas comerciales, posicionando a América del Norte como una región líder en el comercio global.
Retos en el horizonte
El regreso de Trump también ha generado incertidumbre respecto al futuro del T-MEC. Salazar reconoció las «inquietudes grandes» que existen en torno al tratado comercial, pero confió en que la relación entre México, Estados Unidos y Canadá prevalecerá.
Por otro lado, la frontera México-Guatemala fue identificada como un punto estratégico para la región. Salazar resaltó la necesidad de modernizar esta zona y fortalecer la cooperación para abordar las causas fundamentales de la migración centroamericana.
Un desafío de gran escala
Mientras el embajador saliente destaca los logros en seguridad y desarrollo regional, los próximos meses serán cruciales para México. La amenaza de deportaciones masivas y la creciente presión migratoria colocan al Gobierno mexicano en una posición compleja, con desafíos que irán más allá de la infraestructura y los acuerdos bilaterales.
El futuro de las relaciones entre México y Estados Unidos parece estar en juego, y el liderazgo de ambos gobiernos será determinante para definir el rumbo de América del Norte en un escenario cada vez más incierto.