Ciudad de México.
En México, las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) representan el 99.8 % del total de las unidades económicas, emplean a más de 27 millones de personas —equivalente al 68.4 % del total laboral— y contribuyen con el 52 % del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Son, sin exageración, la espina dorsal de la economía mexicana. Sin embargo, su subsistencia y crecimiento hoy están bajo asedio.
Un panorama lleno de desafíos
Las MiPymes mexicanas enfrentan un entorno especialmente adverso. A los desafíos estructurales tradicionales —como el acceso limitado a crédito, la informalidad y la baja digitalización— se han sumado presiones internacionales sin precedentes:
- Sanciones financieras de Estados Unidos a instituciones bancarias mexicanas acusadas de lavado de dinero han provocado incertidumbre entre inversionistas y empresarios con capital en dichas entidades.
- Aranceles punitivos al acero y aluminio, cancelación de visas de negocios, y lo más grave: la inclusión de México en la lista de “países adversarios” del gobierno estadounidense, equiparándolo con regímenes como Irán, Rusia o China.
- A nivel interno, iniciativas como la reforma al Poder Judicial, leyes laborales apresuradas (Ley Silla, 40 horas laborales), y la ausencia de políticas fiscales o de financiamiento específicas para MiPymes, agravan el clima de desconfianza.
“Hoy no hay incentivos ni certidumbre. Las empresas sienten que se legisla desde la ideología y no desde la economía”, comenta un analista financiero consultado para este portal.
Alta mortalidad, baja institucionalidad
Según el INEGI, 52 de cada 100 MiPymes cierran antes de cumplir dos años de vida, muchas de ellas por carecer de formación empresarial, tecnología o financiamiento. El promedio de vida de estas empresas es de apenas 8.4 años, y ese número baja en sectores como el comercio informal o servicios personales.
Además, solo el 5.7 % de las MiPymes obtiene financiamiento bancario, y más del 70 % reporta enfrentar obstáculos para iniciar operaciones. Las mujeres, que lideran cerca del 34 % de estas empresas, enfrentan todavía más barreras: solo 13 de cada 100 MiPymes dirigidas por mujeres acceden a crédito formal.
Una oportunidad: el nearshoring
Pese al escenario sombrío, existe una ventana de oportunidad. México vive lo que algunos llaman su “momento mexicano”, derivado del fenómeno de relocalización de cadenas productivas (nearshoring). Las MiPymes pueden insertarse en estas nuevas cadenas de valor, aprovechando la cercanía geográfica con EE.UU. y el T-MEC.
Sin embargo, para capitalizar ese potencial se necesita algo que hoy escasea: confianza institucional y reglas claras.
El llamado a la acción
Los datos no dejan lugar a dudas: las MiPymes mexicanas son el mayor generador de empleo y una fuente vital de innovación, inclusión y resiliencia económica. Pero su potencial está siendo asfixiado por un contexto político-económico errático, tanto en el ámbito nacional como internacional.
Hoy más que nunca, las MiPymes requieren acompañamiento real, certeza jurídica, incentivos fiscales, financiamiento accesible y un entorno regulatorio funcional. Sin ese apoyo, el costo no lo pagarán solo ellas, sino todo el país.
Porque sin MiPymes, no hay economía posible.
Con información de INEGI, Secretaría de Economía, y dosier especial “Mipymes mexicanas: Motor de nuestra economía”