Ciudad de México
En medio de una economía nacional bajo presión y con las finanzas públicas cada vez más comprometidas, Petróleos Mexicanos (Pemex) reportó este lunes utilidades netas acumuladas por 16,187 millones de pesos (unos 857 millones de dólares) durante el primer semestre de 2025. Un aparente respiro para la petrolera más endeudada del mundo… pero que dista mucho de ser un alivio sostenible para las finanzas del país.
Aunque se trata de un giro relevante frente a las pérdidas de más de 268 mil millones de pesos registradas en el mismo periodo de 2024, la realidad es que este resultado responde más a factores fiscales y cambiarios que a una mejora estructural. Las ventas cayeron 3.5 % interanual y la producción de hidrocarburos sigue a la baja.
Un alivio más contable que estructural
El repunte fue impulsado principalmente por una reducción del 14.3 % en el costo de ventas, y por un nuevo régimen fiscal, el Derecho Petrolero para el Bienestar, que alivió la carga tributaria de la empresa. Además, Pemex se benefició de una utilidad cambiaria por 134 mil millones de pesos y de rendimientos financieros derivados.
Es decir, más allá del discurso oficial, la petrolera no está vendiendo más, ni produciendo mejor; simplemente pagó menos impuestos y ganó con el tipo de cambio.
El propio director de Finanzas de Pemex, Juan Carlos Carpio, reconoció que la mejora está sustentada en eficiencias contables y fiscales. Mientras tanto, la empresa redujo su producción de hidrocarburos líquidos en 8.6 %, y su producción de gas natural bajó 3.7 %, arrastrada por declinación natural de campos, obsolescencia de equipos y pozos complejos que no han sido concluidos.
La deuda sigue siendo el elefante en la sala
Aunque la deuda financiera neta se mantuvo “estable” en 98,800 millones de dólares, eso no significa que haya disminuido. De hecho, Pemex aún arrastra pasivos por más de 1.86 billones de pesos, un monto que representa un peso estructural para las finanzas públicas de México.
Peor aún, la deuda con proveedores aumentó 6.4 % tan solo en el segundo trimestre, superando ya los 430,000 millones de pesos. Es decir, mientras Pemex muestra utilidades en su contabilidad, en la práctica sigue acumulando compromisos con terceros y trasladando tensiones financieras a su cadena de valor.
¿Reestructuración o maquillaje?
Desde la llegada de la nueva administración hace nueve meses, Pemex ha insistido en que está “recuperando su rumbo institucional, técnico y financiero”. Pero la realidad es que, sin un verdadero plan de inversión productiva, mejora operativa y control de pasivos, los números positivos de hoy podrían ser fugaces.
En este contexto, el discurso del Gobierno federal parece apostar por una narrativa optimista, pero los mercados internacionales y los analistas siguen observando con preocupación.
Impacto para el ecosistema empresarial
Para los líderes empresariales del país, este panorama implica riesgos estructurales. Pemex sigue siendo un actor clave en la economía mexicana y un termómetro de las finanzas públicas. Su fragilidad financiera y operativa puede repercutir directamente en variables como el tipo de cambio, las tasas de interés, la inversión extranjera… y por supuesto, en el riesgo país.
En un momento donde las empresas mexicanas enfrentan incertidumbre por aranceles internacionales, debilidad del consumo y falta de certidumbre regulatoria, el desempeño real —no contable— de Pemex es un factor que no puede pasarse por alto.
Con información de EFE