Ciudad de México.
La política nacional mexicana entra en una fase crítica ante la inminente llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, prevista para el 20 de enero. Sus amenazas de designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas y de imponer aranceles de hasta el 25% sobre bienes y servicios provenientes de México han puesto al partido oficialista Morena en pie de lucha. Sin embargo, las preguntas sobre la eficacia de su estrategia y las repercusiones económicas son inevitables.
El juego geopolítico: economía y soberanía en riesgo
La posibilidad de que Trump utilice el narcotráfico como pretexto para realizar operaciones militares en territorio mexicano podría ser más que una maniobra de seguridad. Las señales apuntan a un intento deliberado de obtener ventaja en la inminente renegociación del T-MEC. Bajo este escenario, México no solo enfrenta una potencial crisis económica, sino también una grave amenaza a su imagen internacional y a su soberanía.
La declaración de los cárteles como organizaciones terroristas podría implicar la suspensión de acuerdos comerciales clave con México, paralizando industrias y sectores dependientes de la exportación hacia Estados Unidos. Esto generaría un desajuste interno de proporciones catastróficas, amplificado por la posible imposición de aranceles que aumentarían los costos de producción y reducirían la competitividad del país en el mercado internacional.
Morena en acción: estrategia política o fuego mediático
Ante este complejo panorama, la bancada de Morena ha comenzado a movilizar su estrategia mediática y política para contrarrestar las amenazas de Trump. Documentos internos del partido revelan un plan para rechazar categóricamente cualquier intervención militar y deslegitimar las acusaciones de narcoterrorismo. Sin embargo, el énfasis en una narrativa de defensa soberana podría no ser suficiente para contrarrestar la presión económica que Trump parece estar dispuesto a ejercer como herramienta de negociación.
La postura del oficialismo de seguir promoviendo un enfoque social para abordar la violencia, con medidas integrales para jóvenes en riesgo, contrasta drásticamente con la retórica agresiva de Trump. Este choque de paradigmas plantea dudas sobre la capacidad del gobierno mexicano para generar confianza en un momento donde la cooperación bilateral parece ser más crucial que nunca.
¿Una estrategia suficiente?
Mientras Morena defiende su postura de no intervención, las amenazas de Trump cuentan con un respaldo político casi unánime en el Congreso estadounidense. Esto le otorga al presidente electo una ventaja que podría transformar las renegociaciones del T-MEC en un escenario de imposición unilateral, en lugar de un proceso equitativo. La política mexicana, en este caso, parece más enfocada en responder a las agresiones retóricas que en construir una posición sólida y negociadora.
La economía, el talón de Aquiles
El impacto de esta coyuntura en la economía mexicana no puede subestimarse. Las industrias exportadoras, como la automotriz y la agroalimentaria, ya enfrentan presiones debido a la depreciación del peso y los aumentos en los costos de producción. La imposición de aranceles adicionales podría desencadenar un efecto dominó que debilitaría aún más el crecimiento económico del país.
A esto se suma la incertidumbre generada por la posible intervención militar en suelo mexicano, que, de materializarse, ahuyentaría inversiones y afectaría severamente la imagen del país como socio confiable en el ámbito internacional.
Negación o acción: el dilema oficialista
La estrategia de Morena de desacreditar las declaraciones de Trump, como ya lo hizo previamente con el reportaje del New York Times sobre el fentanilo, genera inquietud sobre la efectividad de su respuesta. Negar los problemas o rechazar categóricamente las amenazas podría ser interpretado como una falta de voluntad para buscar soluciones prácticas en un contexto de alta tensión.
La renegociación del T-MEC, un pilar de la economía mexicana, requiere un enfoque estratégico y pragmático. En lugar de posicionarse únicamente como una víctima de las políticas estadounidenses, México debe mostrar disposición para entablar un diálogo que equilibre la defensa de su soberanía con la necesidad de preservar su estabilidad económica.
Un llamado a la acción colaborativa
La cooperación bilateral, basada en acuerdos sólidos y estrategias conjuntas, podría ser la mejor manera de enfrentar este reto. Insistir en la confrontación podría debilitar aún más la posición de México frente a un Estados Unidos fortalecido políticamente por un Congreso alineado con Trump.
Morena tiene en sus manos la oportunidad de demostrar que su liderazgo puede trascender el discurso para convertirse en un actor decisivo en la política internacional. El reto es mayúsculo, y el tiempo apremia. Porque, en este juego geopolítico, lo que está en juego no es solo la soberanía, sino el futuro económico de México.