Ciudad de México
Mientras Donald Trump tomaba posesión como el 47.º presidente de Estados Unidos, anunciando medidas draconianas para frenar la migración irregular, México respondía con la estrategia «México te abraza», liderada por la presidenta Claudia Sheinbaum. Aunque el enfoque humanitario del programa busca garantizar apoyo a los mexicanos deportados, la realidad sugiere una situación más compleja: la reinstauración tácita del polémico programa «Quédate en México».
Trump anunció una emergencia nacional en la frontera sur, prometiendo deportaciones masivas y la reinstauración de la política que obliga a los solicitantes de asilo a esperar en México mientras se procesan sus casos. A pesar de que la presidenta Sheinbaum no mencionó explícitamente este programa, sus acciones sugieren que México está aceptando su papel como receptor de migrantes en un esquema que recuerda al de un «tercer país seguro».
¿México está listo para asumir este papel?
La estrategia «México te abraza» incluye la afiliación de los deportados al IMSS, un apoyo económico de 2,000 pesos y acceso a programas sociales como Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. También se ha reforzado la red consular en Estados Unidos, con la contratación de más de 4,300 empleados para apoyar a los migrantes. Sin embargo, la infraestructura mexicana para atender el creciente flujo de deportados y solicitantes de asilo sigue siendo insuficiente.
Con más de 11 millones de migrantes mexicanos en Estados Unidos y la amenaza de deportaciones masivas, surge la pregunta: ¿puede México realmente absorber a miles de personas en su sistema económico y social? Las promesas de apoyo son un paso en la dirección correcta, pero las carencias en vivienda, empleo y atención médica representan un desafío monumental.
Una relación bilateral bajo presión
Trump dejó claro en su discurso inaugural que México enfrentará nuevas tensiones. Desde declarar a los cárteles como organizaciones terroristas hasta desplegar tropas en la frontera, el mensaje de Washington es contundente. En este contexto, las acciones del gobierno mexicano han sido percibidas como conciliatorias, lo que plantea dudas sobre la capacidad de México para negociar desde una posición de fuerza.
Aunque Sheinbaum aseguró que buscará un diálogo de «igual a igual» con Trump, la realidad sugiere que las decisiones unilaterales del nuevo gobierno estadounidense podrían imponer un costo alto a México, no solo en términos migratorios, sino también en su estabilidad social y económica.
¿Qué implica aceptar el programa «Quédate en México»?
El programa, implementado originalmente durante la primera administración de Trump, fue ampliamente criticado por organizaciones de derechos humanos debido a las condiciones de inseguridad y precariedad que enfrentaron los migrantes en la frontera norte. Ahora, con la posibilidad de su reinstauración, México corre el riesgo de convertirse nuevamente en un «muro humano», una estrategia que, aunque disfrazada de colaboración, coloca una carga desproporcionada sobre el país.
Sheinbaum insiste en que el Modelo Humanitario de Movilidad Humana ha reducido en un 78% los cruces ilegales en la frontera. Sin embargo, esta disminución podría estar asociada más al endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses que a la efectividad del modelo mexicano.
La punta del iceberg
Lo que se observa hoy es solo el comienzo de una era de mayor presión para México. Además del reto migratorio, Trump ya ha dejado entrever nuevas tensiones en temas comerciales y de seguridad. La capacidad de México para manejar esta compleja relación bilateral será puesta a prueba en los próximos meses, y la falta de una estrategia robusta y coordinada podría tener consecuencias significativas para el país.
México enfrenta un dilema: ¿puede proteger los derechos de los migrantes y, al mismo tiempo, resistir las políticas de un vecino cada vez más agresivo? Sin una infraestructura adecuada y una estrategia clara, el futuro parece incierto. Mientras tanto, el gobierno de Sheinbaum deberá demostrar que tiene la capacidad de manejar esta crisis con algo más que buenas intenciones.