México en el abismo de la corrupción: del discurso a la realidad

Índice de Percepción de la Corrupción 2024 ubica a México en su peor posición histórica

Ciudad de México.

La corrupción en México no solo persiste, sino que se profundiza. Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2024, elaborado por Transparencia Internacional, el país cayó hasta la posición 140 de 180 naciones evaluadas, colocándose al nivel de países como Iraq, Uganda y Nigeria. Este desplome confirma lo que muchos han señalado por años: la corrupción sigue siendo un mal endémico, sin avances reales en su erradicación.

Con apenas 26 puntos sobre 100, México retrocedió con respecto a su posición en 2022, cuando ocupaba el puesto 126 con 31 puntos. En solo dos años, el país ha experimentado la mayor caída en el continente americano en la lucha contra la corrupción, evidenciando que los esfuerzos de los últimos gobiernos han sido insuficientes o simplemente inexistentes.

¿Dónde quedó la promesa de barrer las escaleras de arriba hacia abajo?

Durante el sexenio pasado, el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró que combatiría la corrupción como prioridad de su administración, con el mantra de que «las escaleras se barren de arriba hacia abajo». Sin embargo, los datos hoy desmienten por completo ese discurso.

A pesar de los repetidos señalamientos de corrupción dentro de su administración, la impunidad se mantuvo como regla, los casos emblemáticos quedaron sin sanción y la percepción ciudadana de un México más corrupto se consolidó.

De hecho, Transparencia Internacional menciona cinco claves para explicar el deterioro en la percepción de la corrupción en el país:

  1. Incertidumbre sobre reformas en materia de transparencia y combate a la corrupción.
  2. Creciente número de casos de corrupción a nivel estatal vinculados al crimen organizado.
  3. Contrataciones gubernamentales a empresas fantasma o controladas por el crimen organizado.
  4. Bajos niveles de sanción en responsabilidades administrativas.
  5. Impunidad en casos emblemáticos como Odebrecht, Agronitrogenados, la Estafa Maestra y Segalmex.

Los resultados de este informe confirman que el discurso anticorrupción de los últimos años fue, en el mejor de los casos, una promesa vacía.

La gran incógnita: ¿por qué la sociedad y la iniciativa privada guardan silencio?

El problema no es solo del gobierno. La corrupción en México se ha normalizado a tal grado que ni la sociedad ni el sector empresarial han levantado la voz con la fuerza que amerita la crisis.

¿Por qué los mexicanos siguen votando por un gobierno que ha fracasado en erradicar la corrupción y, en cambio, ha empeorado la percepción de ella?

¿Por qué la iniciativa privada, que depende de la transparencia y del Estado de derecho para operar en condiciones justas, no ha sido un contrapeso contundente frente a este deterioro?

En países como Uruguay, Canadá, Estados Unidos, Chile y Costa Rica, donde la corrupción tiene niveles considerablemente más bajos, la sociedad civil, los medios de comunicación y el sector privado juegan un papel activo en la vigilancia y denuncia de malas prácticas gubernamentales. En México, en cambio, el silencio parece ser la norma.

México en el contexto internacional: un país condenado a la corrupción

El índice muestra una tendencia alarmante a nivel global: la corrupción y el declive democrático van de la mano. Países con gobiernos autoritarios o con instituciones débiles son los que presentan los peores índices de corrupción, como Venezuela (10 puntos), Nicaragua (14 puntos) y Haití (16 puntos).

México, que alguna vez aspiró a ser una economía emergente confiable y con Estado de derecho, se está acercando peligrosamente a esas naciones en términos de percepción de corrupción.

El sexenio pasado fracasó rotundamente en el combate a la corrupción, y el nuevo gobierno no ha mostrado indicios de un rumbo distinto. ¿Seguirán los ciudadanos premiando con su voto a quienes perpetúan este problema?

La corrupción en México no es un destino inevitable, pero si la sociedad, la iniciativa privada y los ciudadanos no exigen un verdadero cambio, el país está condenado a seguir cayendo en este oscuro abismo.