Ciudad de México.
La última medición del Índice de Confianza en la Inversión Extranjera Directa (IED) de la consultora internacional Kearney encendió las alarmas en el sector empresarial: México cayó cuatro lugares y se posicionó en el lugar 25, el último del ranking global, convirtiéndose en el país menos confiable entre los 25 principales destinos para la inversión extranjera.
Esta caída representa uno de los peores descalabros en más de una década y confirma lo que desde hace meses muchos analistas económicos y voces del sector privado advierten: México ya se encuentra en recesión, aunque el gobierno federal se empeñe en negarlo.
No es inversión nueva: es reinversión
Aunque la Secretaría de Economía reportó con orgullo un récord de 36,872 millones de dólares de IED en 2024, el 90% corresponde a reinversión de utilidades de empresas que ya están en el país, principalmente en el sector manufacturero. En palabras de Omar Troncoso, socio de Kearney México, lo que está ocurriendo “no es nuevo capital, no es expansión agresiva: es un sostenimiento de lo existente”.
El contraste con otros países de la región es claro. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Japón, Alemania y Francia dominan el top 10 del índice, atrayendo capital por sus ecosistemas de innovación, entornos regulatorios estables y certidumbre política. Mientras tanto, México arrastra una combinación peligrosa de incertidumbre arancelaria, tensión política y parálisis institucional.
Empresarios, solos ante el riesgo
El índice de Kearney fue elaborado entre octubre de 2024 y enero de 2025, justo cuando comenzaron a escalar las amenazas arancelarias de Donald Trump hacia México, sumándose a los ya vigentes sobre acero, aluminio, vehículos y exportaciones fuera del T-MEC. Y aunque el gobierno mexicano ha respondido con tímidos pronunciamientos diplomáticos, el peso de enfrentar estos embates ha recaído casi exclusivamente sobre el sector empresarial.
Peor aún: la ruptura interna del empresariado mexicano añade un factor adicional de inestabilidad. Esta semana, la Concanaco Servytur pausó su relación institucional con el CCE, sumándose a Canacintra, que ya había roto con ellos. La razón: la falta de legitimidad y representatividad en la actual presidencia del Consejo Coordinador Empresarial, acusado de no defender con firmeza a sus agremiados ante decisiones federales que golpean al sector.
“No se trata de dividir, sino de exigir lo correcto. El CCE dejó de convocarnos y dejó de defender a las cámaras que representamos a millones de pequeñas y medianas empresas”, declaró Octavio de la Torre, presidente de Concanaco.
Más señales preocupantes
La encuesta del Banco de México a grupos de análisis confirmó que la mayoría considera que este es un mal momento para invertir. La actividad económica mostró una contracción durante el cuarto trimestre de 2024, y la incertidumbre por las elecciones judiciales, los conflictos internos del empresariado y las tensiones arancelarias ha deteriorado aún más el entorno operativo.
Incluso Kearney advierte que los factores que más preocupan a los inversionistas para 2025 son:
- Alza en precios de materias primas (38%)
- Tensiones geopolíticas (35%)
- Restricciones regulatorias en mercados emergentes (26%)
- Inestabilidad política (26%)
¿Dónde quedó el “nearshoring”?
Mientras que otros estados de México celebran nuevas plantas y fábricas cada semana, especialmente en la región centro y sureste del país, al norte —en ciudades como Torreón, por ejemplo— el nearshoring ha sido más promesa que realidad. Y con indicadores como este nuevo ranking de Kearney, cada vez más empresarios se preguntan: ¿realmente estamos listos para competir como país atractivo para la inversión?
¿Y el gobierno?
A pesar de la gravedad de los datos, no se han anunciado acciones claras desde la administración federal para revertir esta tendencia. Ni una estrategia nacional de atracción de inversiones, ni reformas regulatorias, ni una postura firme ante las amenazas arancelarias. En su lugar, la narrativa sigue siendo de complacencia y triunfalismo.
Mientras tanto, los empresarios —sobre todo las PyMES— continúan siendo los que cargan con el peso del crecimiento económico, en un entorno de nula certidumbre, creciente presión fiscal, inseguridad y un aparato institucional que parece darles la espalda.
México está perdiendo atractivo como destino de inversión, y los datos ya no dejan lugar a dudas. ¿Cuánto tiempo más podrá resistir el sector productivo sin un verdadero respaldo institucional?