México ante los aranceles al acero y aluminio: incertidumbre y falta de estrategia

El gobierno mexicano espera la "buena voluntad" de Trump, las empresas enfrentan un entorno de extrema volatilidad.

Ciudad de México.

El golpe arancelario de Estados Unidos contra el acero y aluminio mexicanos ya es una realidad. A partir de la medianoche de este miércoles, las exportaciones de estos metales al mercado estadounidense enfrentan un arancel del 25%, lo que coloca a México, junto con Brasil, Corea del Sur y Vietnam, entre los países más afectados. Sin embargo, el golpe más duro lo recibe Canadá, cuyos envíos ahora están gravados con un arancel del 50%, en represalia a la decisión de Ontario de elevar los precios de la electricidad que exporta a Estados Unidos.

Una industria estratégica en la cuerda floja

México es el tercer mayor proveedor de acero a Estados Unidos, solo detrás de Canadá y Brasil. Sin embargo, la aplicación de aranceles a estos metales impactará de manera directa a industrias clave como la automotriz, la manufacturera y la construcción. De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero), los nuevos aranceles afectarán exportaciones equivalentes a 2,000 millones de dólares anuales, lo que representa el 0.5% del valor total de las exportaciones mexicanas.

A pesar del T-MEC, el proteccionismo de la administración Trump se mantiene firme. La industria del acero mexicana ha señalado que el balance comercial del acero entre México y EE.UU. favorece al país norteamericano en 2.3 millones de toneladas, por lo que no existe justificación para la imposición de estas tarifas. Sin embargo, Washington ha ignorado este argumento y ha avanzado con su estrategia de restricciones comerciales.

Más que materias primas: aranceles en toda la cadena de valor

El impacto de estos aranceles no se limita a las materias primas. La nueva política de Estados Unidos extiende los gravámenes a productos manufacturados que contienen acero y aluminio, lo que encarece autopartes, electrodomésticos, maquinaria industrial y equipos electrónicos. Esta situación afecta la competitividad de las empresas mexicanas y podría traducirse en pérdida de empleos en sectores estratégicos.

Además, existe un riesgo latente: el cumplimiento de las reglas de origen del T-MEC. La industria del acero y aluminio en México cuenta con un Valor de Contenido Regional (VCR) menor al 50%, lo que significa que muchas exportaciones podrían enfrentar un doble arancel del 50%: 25% por la exigencia del T-MEC y otro 25% por la medida proteccionista de Trump​.

¿La respuesta del gobierno de México? Esperar… otra vez

Frente a este escenario, la respuesta del gobierno mexicano ha sido, de nueva cuenta, esperar. La presidenta Claudia Sheinbaum informó que no se tomará ninguna decisión hasta el 2 de abril, cuando la Casa Blanca impondrá aranceles recíprocos a nivel mundial. Mientras que Canadá y la Unión Europea han reaccionado con medidas espejo, México mantiene una postura de «cabeza fría», sin presentar una estrategia clara para defender a la industria nacional.

La falta de un plan inmediato genera mayor incertidumbre para los empresarios y los sectores productivos. Sin claridad sobre la respuesta de México, las empresas enfrentan una crisis de costos y competitividad, en un momento en el que la inversión extranjera y la confianza empresarial ya están debilitadas.

El dilema del acero mexicano

México produce casi 20 millones de toneladas de acero al año, pero consume más de 28 millones de toneladas, lo que obliga al país a importar el restante principalmente de Estados Unidos (32.5%), Corea del Sur (15.5%) y China (11%). Esto complica aún más la posibilidad de aplicar represalias comerciales sin afectar la propia cadena de suministro nacional.

En contraste, Estados Unidos produce 82 millones de toneladas de acero al año, pero importa más de 26 millones de toneladas, lo que lo convierte en un país dependiente de las importaciones. A nivel global, China sigue siendo el mayor productor con 1,000 millones de toneladas anuales, lo que le da una ventaja estratégica en el mercado internacional.

Empresas en el limbo: ¿qué sigue?

Mientras el gobierno mexicano espera la «buena voluntad» de Trump, las empresas enfrentan un entorno de extrema volatilidad. La falta de certidumbre genera pérdida de confianza en la inversión, incrementos en los costos de producción y riesgos de recesión en sectores clave.

El reto es claro: México necesita una estrategia comercial robusta y una política industrial clara para enfrentar el proteccionismo de EE.UU. Sin un plan definido, el país sigue navegando en aguas turbulentas, a merced de las decisiones unilaterales de la Casa Blanca.

La pregunta sigue en el aire: ¿el gobierno federal está listo para defender la economía mexicana o simplemente seguirá esperando el próximo movimiento de Trump?