Washington
La guerra comercial que Donald Trump prometió en campaña ha alcanzado un nuevo y peligroso nivel. Desde este jueves, Estados Unidos aplica un esquema de aranceles “recíprocos” y punitivos a la gran mayoría de sus socios comerciales, con el que la Casa Blanca espera recaudar hasta 50 mil millones de dólares cada mes, y que en su proyección más optimista —y para muchos analistas, poco realista— podría llegar a un billón de dólares anuales.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, defendió la medida asegurando que “el consumidor estadounidense es el factor más poderoso del planeta” y que el país está capitalizando su papel central en el comercio global.
Un golpe maestro… o un boomerang económico
Para Trump, los aranceles son un arma de presión política y económica que, según él, ningún socio comercial está dispuesto a desafiar. Países como Reino Unido, China, Japón, la Unión Europea, Corea del Sur y Vietnam han aceptado nuevos gravámenes para mantener acceso al mercado estadounidense, mientras que otros, como India, Suiza, Sudáfrica o Brasil, enfrentan tarifas punitivas de hasta el 50 %.
En la lista figuran tasas que van desde un 10 % mínimo global, hasta cargas severas sobre sectores estratégicos como acero, aluminio, cobre (50 %) y automóviles (25 %), exceptuando los socios del T-MEC. China logró una tregua parcial, con una rebaja del 145 % al 30 %, a cambio de reducir sus aranceles a bienes estadounidenses y liberar el comercio de tierras raras y semiconductores.
El impacto para el mundo: el precio de vender en EE.UU.
Ventajas para EE.UU.:
- Un flujo inmediato de ingresos fiscales que podría reforzar programas internos y reducir déficit comercial.
- Poder de negociación reforzado frente a socios y rivales estratégicos.
- Incentivo para relocalizar manufactura y producción de insumos críticos.
Desventajas globales (y para EE.UU.):
- Aumento de precios para consumidores estadounidenses y extranjeros.
- Disrupciones en cadenas de suministro en sectores de alta tecnología y farmacéuticos.
- Riesgo de represalias encubiertas y endurecimiento de barreras no arancelarias por parte de países afectados.
- Desaceleración del comercio global, con impacto directo en economías exportadoras dependientes de EE.UU.
El secretario general de la ONU, António Guterres, calificó la medida como “una noticia desalentadora” y advirtió sobre el golpe a los sectores más vulnerables en todo el mundo, recordando que “todas las guerras comerciales son ruinosas y deben evitarse”.
CEO y mercados: oportunidad y riesgo en la misma ecuación
Para el sector empresarial y de inversión, el nuevo esquema arancelario de Trump abre oportunidades para quienes puedan adaptarse rápido y aprovechar la necesidad de EE.UU. de sustituir importaciones. Sin embargo, la volatilidad y el riesgo regulatorio se disparan, elevando el costo de operación y planificación a largo plazo.
En un mundo donde el acceso al mercado estadounidense puede costar entre un 10 % y un 50 % extra, las empresas deberán reevaluar cadenas de valor, diversificar mercados y reforzar presencia local en EE.UU. para mitigar impactos.
La pregunta que queda en el aire es si este “medianoche arancelaria” será recordada como el movimiento que reforzó la supremacía económica de Estados Unidos… o como la chispa que reconfiguró el orden comercial global
Con información de EFE