Washington, DC.
Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca y, con él, también su estilo confrontativo, proteccionista y de ruptura con las formas tradicionales de la diplomacia global. Sus primeros 100 días en su segundo mandato han confirmado que su regreso no es simplemente una continuación de su primer periodo, sino una versión más aguda y sin contrapesos de la política del «America First», con consecuencias directas para la economía mundial y, particularmente, para México, su principal socio comercial y a la vez uno de los más golpeados por sus políticas.
Estados Unidos se desacelera… y México lo resiente
A pesar del tono triunfalista en su gabinete, los datos económicos no acompañan el discurso de Trump. El PIB de Estados Unidos cayó un 0.3% en el primer trimestre del año, el primer dato negativo desde 2022. En contraste, México apenas creció un 0.2% en el mismo periodo, según datos del INEGI, un crecimiento que ha sido calificado por diversos analistas como “estancado” o incluso «ilusorio» ante los desafíos estructurales que enfrenta el país.
El golpe no es menor: México destina más del 84% de sus exportaciones a Estados Unidos, por lo que la caída del consumo, el endurecimiento de las reglas comerciales y la inestabilidad geoeconómica tienen efectos multiplicadores sobre la economía mexicana.
La CEPAL, en su más reciente informe, revisó a la baja la proyección de crecimiento de México y Centroamérica a solo 1.0% en 2025, reflejando el complejo entorno internacional y la inestabilidad de su principal socio. A ello se suma la advertencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el débil desempeño de la economía global, incluyendo la baja en la previsión de crecimiento de EE.UU. del 2.7% al 1.8%.
Trump endurece las reglas automotrices y golpea a las exportaciones mexicanas
Uno de los anuncios más relevantes de esta nueva etapa trumpista es la orden ejecutiva que modifica unilateralmente las reglas de origen automotriz en el marco del T-MEC, elevando el Valor de Contenido Regional (VCR) del 75% al 85% para poder exentar aranceles. Este ajuste impone presiones extraordinarias sobre la industria automotriz mexicana, que ahora enfrentará mayores dificultades para cumplir con los nuevos requisitos, en un sector que representa casi el 3% del PIB nacional y más del 30% de las exportaciones manufactureras.
La orden llega meses antes del inicio de la revisión trilateral del T-MEC, prevista para el segundo semestre de este año. Estados Unidos no esperó y, en un acto que muchos califican como violación al espíritu del acuerdo, adelantó un cambio que afecta a las inversiones, los costos operativos y la competitividad de las empresas mexicanas.
México, un socio… con aranceles
México, pese a ser parte del T-MEC, ocupa el cuarto lugar global como país más sancionado con aranceles por EE.UU., solo detrás de China, Japón y Corea del Sur. Trump ha dejado claro que la afinidad personal, como con Nayib Bukele o Javier Milei, tiene mayor peso que cualquier tratado formal, y la relación distante con la presidenta Claudia Sheinbaum lo refleja. A diferencia de sus contrapartes, Sheinbaum no ha sido invitada a la Casa Blanca, lo que revela el nuevo orden de prioridades de la administración republicana.
Un crecimiento frágil y una deuda creciente
En lo interno, México enfrenta también una creciente presión estructural. La deuda pública ha pasado de 10.5 billones de pesos al finalizar el sexenio de Peña Nieto a 17.5 billones al concluir el gobierno de López Obrador, y se proyecta que alcance los 20 billones de pesos para 2026, según lo señalado por el diputado Rubén Moreira y el economista Mario Di Constanzo.
Esto representa una carga de 149 mil pesos por cada mexicano, un aumento significativo frente a los 84 mil pesos que se adeudaban por persona en 2018. Pemex, por su parte, acumula una deuda de más de 2 billones de pesos, comprometiendo aún más la salud fiscal del país.
Elección judicial y pérdida de confianza
A todo esto se suma un proceso inédito en la región: la próxima elección judicial en México, donde ministros serán electos por voto popular, una figura que solo comparten países como Venezuela y Bolivia. La medida, que ha sido duramente cuestionada por expertos internacionales, ha encendido las alertas sobre el debilitamiento institucional y la percepción de riesgo democrático, justo en un entorno económico que exige certidumbre, estabilidad jurídica y Estado de Derecho.
¿Qué sigue para México?
Los primeros 100 días de Donald Trump han redefinido el panorama global: confrontación con China, desprecio por los organismos multilaterales, presión sobre socios comerciales y políticas unilaterales. Para México, el panorama es especialmente complejo: desaceleración interna, dependencia comercial, creciente deuda, dudas sobre la solidez institucional y nuevas reglas del juego impuestas por su principal socio.
En este contexto, México necesita más que nunca una estrategia económica clara, una política exterior profesional y una unidad institucional capaz de resistir los embates del nuevo orden trumpista. Las decisiones de hoy definirán no solo el resto del sexenio, sino la posición del país en el tablero global del futuro