Washington, D.C. (con información de EFE). La administración del presidente Donald Trump dio un nuevo paso en su agresiva estrategia comercial al anunciar que a partir del 14 de julio impondrá un arancel del 20.91% a la mayoría de las importaciones de tomates mexicanos, argumentando que el sistema vigente «no protege adecuadamente a los productores estadounidenses» frente a precios injustos.
Esta medida revierte el acuerdo de suspensión firmado en 2019 —también bajo la administración Trump— que evitó entonces aranceles del 17% y estableció mecanismos de control de precios mínimos e inspección del 92% de los embarques. Hoy, ese pacto ha quedado sin efecto.
“Esta acción permitirá a los productores estadounidenses competir de manera justa en el mercado”, indicó el Departamento de Comercio en un comunicado oficial.
La medida ha sido formalizada bajo un procedimiento antidumping, al considerar que las exportaciones mexicanas se comercializan con precios artificialmente bajos, en detrimento de la producción estadounidense. Este nuevo golpe comercial se suma a un entorno de creciente proteccionismo y reconfiguración del comercio internacional liderado por la Casa Blanca.
Guerra arancelaria en expansión
La disputa comercial de EE.UU. ya no se limita a China. Desde hace semanas, el gobierno de Trump ha reactivado el uso de aranceles masivos como herramienta geopolítica y económica, incluyendo sectores clave como el acero, aluminio y automóviles.
Ahora, el presidente estadounidense ha confirmado que se aplicarán aranceles también a los semiconductores, chips y productos electrónicos esenciales, siguiendo la lógica que utilizó en industrias anteriores.
“Al igual que hicimos con el acero, los automóviles y el aluminio, haremos lo mismo con los semiconductores y muchos otros productos”, declaró Trump a bordo del Air Force One.
El anuncio ha elevado las alarmas en los mercados internacionales, especialmente en un momento donde las cadenas globales de suministro aún enfrentan disrupciones por conflictos geopolíticos y la creciente volatilidad del comercio internacional.
México y Canadá en la mira
Trump también apuntó contra sus propios socios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), al advertir que vehículos y autopartes producidas fuera del marco del tratado recibirán aranceles del 25%, incluso si provienen de países miembros.
El presidente estadounidense justificó esta medida señalando que grandes fabricantes como GM, Ford y Stellantis necesitan tiempo para trasladar su producción a EE.UU., pero que ese cambio es inevitable.
“Están cambiando a partes que eran hechas en Canadá, México y otros lugares, y necesitan un poco de tiempo, porque las van a hacer aquí”, aseguró Trump.
Estas declaraciones fueron bien recibidas en Wall Street: las acciones de los principales fabricantes de automóviles estadounidenses subieron hasta un 4% tras el anuncio, evidenciando el respaldo de los mercados financieros a la política proteccionista de la Casa Blanca.
Un entorno comercial cada vez más hostil
La suma de estas decisiones marca un endurecimiento notable del clima comercial entre EE.UU. y sus socios. El impacto en México será significativo: el sector agrícola, particularmente el exportador de hortalizas como el tomate, podría ver mermada su competitividad en uno de sus mercados clave. Además, los efectos sobre la industria automotriz y manufacturera serían severos si los aranceles al 25% se consolidan, afectando empleos y precios al consumidor.
Los analistas advierten que esta escalada puede erosionar los pilares del T-MEC, un acuerdo que fue precisamente negociado por la administración Trump, y que ahora enfrenta su propia reinterpretación por parte del mismo mandatario.
El proteccionismo creciente, la presión electoral en EE.UU. y el uso político del comercio están empujando al mundo hacia una fase de relocalización forzada, aumento de precios y tensión estructural en las cadenas globales, mientras los socios comerciales de EE.UU. —como México— deben reevaluar urgentemente sus estrategias de política exterior y económica.
Desde ya, los expertos advierten que esta guerra arancelaria no solo podría degradar aún más la confianza inversionista, sino también desatar —como algunos temen— conflictos geopolíticos mayores si no se logra contener su escalada.
La guerra comercial, lejos de terminar, se expande, y México está, de nuevo, en el centro del tablero.