Ciudad de México.
La independencia judicial en México está en juego. Lo que antes se construía con argumentos jurídicos sólidos, ahora se define en likes y seguidores. La irrupción del Poder Judicial en redes sociales, con jueces bailando, magistradas haciendo retos y aspirantes buscando viralidad, evidencia un fenómeno alarmante: la transformación de la justicia en espectáculo.
La toga, símbolo de imparcialidad y sabiduría, se ha convertido en un filtro de Instagram; las sentencias, en contenido para atraer audiencia. Pero la justicia no se mide en visualizaciones, sino en la solidez de los fallos, la ética y la valentía de quienes imparten el derecho. En un país donde la justicia se administra con lentitud y opacidad, la solución no es convertir a los jueces en influencers, sino fortalecer su preparación y compromiso.
La reforma judicial: ¿independencia o sometimiento?
El 1 de junio de 2025 no solo se elegirán jueces y magistrados bajo un modelo inédito, sino que se pondrá a prueba el último bastión de la República: el Poder Judicial. Una reforma impulsada desde el Ejecutivo busca transformar su estructura bajo el pretexto de una mayor democratización, cuando en realidad su origen responde a fallos que han incomodado al gobierno. No hubo debate, no hubo diagnóstico: solo la imposición de una voluntad política.
La sociedad civil, cámaras empresariales y analistas han advertido sobre el riesgo de que la justicia quede en manos del más popular y no del más preparado. Lo que debería ser un contrapeso, un freno a los abusos del poder, podría convertirse en un órgano sometido a la influencia política y la opinión pública manipulada.
¿Jueces con criterios o con coreografías?
La crisis del Poder Judicial no radica en su presencia en redes sociales, sino en la banalización de su función. Los jueces no están para ganar audiencias con videos de 15 segundos, sino para dictar resoluciones que cambien vidas. En lugar de reforzar su capacidad técnica y su independencia, ahora se les exige ser carismáticos, simpáticos y virales.
Los justiciables siguen esperando resoluciones, pero los jueces bailan. Las víctimas claman por justicia, pero los magistrados hacen retos. La toga dejó de ser un símbolo de autoridad para convertirse en una herramienta de marketing digital.
El próximo 1 de junio, la elección del nuevo Poder Judicial definirá si México seguirá contando con un sistema de justicia independiente o si sucumbirá a la lógica de la popularidad. La pregunta es clara: ¿queremos jueces con formación y criterio o influencers con toga?