Entre acuerdos y advertencias: México refuerza sus alianzas, pero sigue sin despegar económicamente

La diplomacia comercial avanza, pero el estancamiento del PIB y la incertidumbre con EE.UU. ensombrecen los esfuerzos de la Secretaría de Economía

Ciudad de México

México está tendiendo puentes con Europa y afianzando una nueva narrativa económica con el distintivo “Hecho en México”, pero las cifras siguen contando otra historia: la del crecimiento económico por debajo de lo esperado, una relación cada vez más distante con Estados Unidos y una Secretaría de Economía que acumula millas aéreas, pero pocos resultados sustantivos.

Esta semana, la Secretaría de Economía encabezada por Marcelo Ebrard, dio un paso importante con el Foro Empresarial México-Italia, donde más de 300 empresarios de ambos países firmaron acuerdos de cooperación en sectores clave como el naval, aeronáutico, metal-mecánico, inteligencia artificial, semiconductores y automotriz. El viceprimer ministro italiano, Antonio Tajani, subrayó que “México es uno de los países que más interesa a Italia”, mientras Ebrard habló de una “nueva economía” y prometió una misión comercial mexicana a Italia en octubre.

A la par, se avanza con el distintivo Hecho en México, parte del llamado Plan México, que busca fortalecer el mercado interno, aumentar el contenido nacional y mejorar la competitividad de productos locales en mercados globales. Al corte más reciente, 623 empresas ya cuentan con autorización para usar el sello, y se han registrado 1,983 productos nacionales en sectores estratégicos como automotriz, aeronáutico, línea blanca, alimentos, bebidas, cosméticos y textiles.

Además, se activó la implementación de mecanismos de cumplimiento con la Unión Europea en materia de productos libres de deforestación (EUDR), lo que garantizará la trazabilidad de exportaciones como café, cacao y caucho. México fue clasificado como país de “riesgo estándar”, lo que implica revisiones aleatorias al 3% de los exportadores, y aunque no es una sanción, obliga al país a demostrar su compromiso ambiental y productivo.

Los acuerdos existen… pero el PIB no responde

A pesar de estos esfuerzos, la economía mexicana sigue mostrando señales de estancamiento. Según estimaciones recientes, el crecimiento del PIB para 2025 se mantiene en niveles mínimos, con pronósticos que apenas superan el 1%. Ni los sellos de origen ni los acuerdos comerciales han sido suficientes para detonar un crecimiento sostenido.

Y en el frente con Estados Unidos, el socio comercial más importante de México, la situación es aún más compleja. Pese a las constantes visitas de la titular de Economía al país vecino —prácticamente semana tras semana— no se ha logrado un acuerdo bilateral significativo. Lo más destacado hasta ahora ha sido lo anunciado por Marcelo Ebrard el pasado 20 de mayo: una reducción del arancel promedio a vehículos fabricados en México del 25% al 15%, algo que si bien representa una ventaja relativa frente a otros países, está lejos de considerarse una victoria estratégica en el contexto del T-MEC.

Trump marca la pauta: negocios sí, pero con costo

En paralelo, el presidente Donald Trump ha endurecido su retórica comercial. Ha amenazado con imponer un impuesto del 5% a las remesas —que en 2024 ya superaron los 60 mil millones de dólares— y reiteró que si una empresa quiere vender en Estados Unidos, debe producir en territorio estadounidense. Su política es clara: «si vas a vender aquí, fabrica aquí», sentenció Trump.

Además, advirtió a la Unión Europea sobre la posibilidad de imponer aranceles del 50% a productos importados si no trasladan sus operaciones a EE.UU. Una advertencia que, aunque dirigida al viejo continente, debería encender alertas en México. Como dice el refrán: «si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.»

¿Y ahora qué?

Los esfuerzos del Gobierno de México por impulsar una economía basada en el valor agregado, la sustentabilidad y las cadenas globales son relevantes. El Plan México, el sello Hecho en México y los nuevos acuerdos con Europa van en la dirección correcta en papel, pero necesitan aterrizarse con más contundencia en resultados macroeconómicos y comerciales, particularmente en el frente norteamericano.

Las exportaciones, la atracción de inversión y la integración a cadenas de suministro global no se logran únicamente con buenas intenciones o sellos de calidad, se requieren condiciones políticas y económicas sólidas, y sobre todo, aliados confiables. Estados Unidos, hoy más que nunca, actúa con lógica transaccional: si se quiere acceso a su mercado, hay que pagar un precio. Ese precio, en tiempos de Trump, no es solo económico, sino geoestratégico.

Mientras tanto, la economía mexicana sigue esperando el impulso real que la saque del bache, y aunque las bases están ahí, el tiempo para capitalizarlas se acorta. La estrategia está formulada. La implementación y la gestión del entorno externo son ahora la verdadera prueba.