Washington D.C.
A menos de 72 horas de que entren en vigor los aranceles del 30 % anunciados por Donald Trump contra productos mexicanos, Estados Unidos y la Unión Europea firmaron este domingo un acuerdo comercial de alto calibre que evita un choque arancelario entre ambos bloques y establece condiciones claras para el intercambio de productos estratégicos.
Mientras tanto, México permanece paralizado, sin una negociación activa ni un contrapeso diplomático, a pesar de que el ecosistema empresarial mexicano será uno de los más golpeados por la decisión fiscal del próximo 1 de agosto, bautizado ya como el “Día D” del comercio bilateral.
Un acuerdo que da certidumbre… para otros
El nuevo pacto arancelario entre Washington y Bruselas establece un tope del 15 % para la mayoría de productos europeos exportados a Estados Unidos, incluyendo sectores clave como el automotriz, farmacéutico y de semiconductores, según confirmó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
Además, se lograron aranceles cero para aeronaves, chips de IA, materias primas críticas y ciertos productos agrícolas, y un compromiso de compra por 750 mil millones de dólares en energía estadounidense, que contempla gas, petróleo y energía nuclear. Todo esto con beneficios mutuos y garantías legales, aunque todavía sujetas a ajustes técnicos en algunos sectores como el acero y el aluminio.
¿Y México? Mientras las potencias económicas aseguran su acceso preferencial al mercado estadounidense, nuestro país sigue sin presentar una estrategia ni entablar diálogo visible con la administración Trump para mitigar los efectos de su política proteccionista.
El riesgo no es solo comercial, es estructural
El acuerdo con la UE tiene una dimensión mucho más amplia: seguridad energética, tecnología de vanguardia y colaboración estratégica en sectores críticos. Además de los aranceles, la UE se comprometió a impulsar inversiones privadas en Estados Unidos por 600 mil millones de dólares, lo que no solo preserva empleos europeos, sino que garantiza presencia empresarial a largo plazo en el corazón del mercado más grande del mundo.
Mientras tanto, México enfrenta un escenario incierto, donde los exportadores nacionales podrían perder competitividad frente a sus pares europeos, asiáticos o canadienses, que sí cuentan con acuerdos actualizados o estrategias de mitigación.
México calla y el tiempo se agota
A diferencia de Europa, que desde hace semanas inició negociaciones técnicas, comunicados conjuntos y visitas diplomáticas, México ha guardado silencio, apostando a que el golpe pasará sin consecuencias. Una lectura ingenua para los expertos en comercio internacional, que advierten de riesgos para el nearshoring, la manufactura, la agroindustria y la cadena logística transfronteriza.
Ni la Secretaría de Economía ni Cancillería han emitido posturas claras. El sector privado, que representa más del 80 % de las exportaciones mexicanas, observa con creciente alarma la inacción del Gobierno federal.
La oportunidad perdida
El mensaje que deja el acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea es claro: quien negocia, asegura su lugar en la economía global. Quien no, queda expuesto a los vaivenes del proteccionismo, sin escudo y sin red.
El ecosistema empresarial mexicano necesita certidumbre, interlocución y estrategia. Y por ahora, solo tiene silencio.
Con información de EFE