Convención Bancaria 2025: entre aplausos discretos, un pacto con pocos riesgos y muchas omisiones

Entre discursos para la plaza y gestos de calma para la élite, la relación entre el poder político y el financiero

Nuevo Nayarit, Nayarit.

La 88 Convención Bancaria concluyó sin grandes revelaciones, acuerdos de fondo ni momentos memorables, a pesar de la presencia estelar de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien acudió a inaugurar formalmente el evento y —aunque con tono entusiasta— terminó por ofrecer un discurso más político que financiero.

Sheinbaum, quien días antes arremetió contra el Fobaproa desde Palacio Nacional, se presentó ante los banqueros con un tono distinto: moderado, agradecido y, en algunos tramos, claramente conciliador. Como si todo lo dicho sobre el rescate bancario de 1995 —esa deuda pública que aún pagan millones de mexicanos— hubiera sido archivado por arte de magia.
Ni una palabra del Fobaproa en su discurso. Tampoco de los banqueros. Silencio de ambos lados, como si nunca se hubiera tocado el tema.

Una llamada al crédito… con condiciones

Lo más relevante fue la firma de un acuerdo entre el Gobierno Federal y la Asociación de Bancos de México (ABM) para incrementar en 3.5% anual el crédito a las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes), las cuales representan el 99% del tejido empresarial del país. La meta: que el 30% de estas unidades accedan a financiamiento formal antes de 2030.

La presidenta dejó clara su expectativa: “El acceso al crédito en México apenas alcanza el 33% del PIB, muy por debajo de economías comparables. Esto tiene que cambiar si queremos prosperidad compartida”.

Pero mientras Sheinbaum pedía apoyo a la banca para las pequeñas empresas, Julio Carranza, en su despedida como presidente de la ABM, respondía con elegancia: sí, pero con reglas claras.

“La certeza jurídica no es un lujo, es una necesidad impostergable. Un sistema de justicia confiable hace que el crédito sea más barato, que la inversión aumente y que México avance”, sentenció Carranza, dejando ver que la banca quiere apoyo, sí, pero también condiciones claras —una indirecta directa hacia la próxima elección judicial.

Más cifras que anuncios

Durante la Convención se reconocieron los logros del sector:

  • Ganancias por 290,321 millones de pesos en 2024,
  • Una cartera de crédito de 7.6 billones de pesos,
  • Un índice de morosidad de 2.02%,
  • Y un índice de capitalización de 19.93%, según la CNBV.

Los banqueros también aseguraron que el crédito al sector privado crecerá 7.1% en 2025, a pesar de una economía que apenas avanzará 0.2%, afectada por las tensiones comerciales internacionales.

La transformación digital, la sostenibilidad y la ciberseguridad fueron otros temas sobre la mesa, pero más en tono de diagnóstico que de compromiso concreto.

Cambio en la ABM, pero mismo libreto

La convención sirvió también para el cambio de estafeta en la presidencia de la ABM. Emilio Romano, director de Bank of America México, asumió el cargo en lugar de Carranza. Sin embargo, el discurso institucional fue más continuidad que ruptura: llamados al desarrollo del país, a la colaboración público-privada y a mantener la rentabilidad de una banca que, aunque sólida, no siempre es vista como cercana.

¿Y el elefante en la sala?

El Fobaproa, que acaparó titulares en semanas previas y generó tensiones entre el gobierno y el sector bancario, no fue abordado por nadie en la plenaria. Ni Sheinbaum ni Carranza —quien había defendido al sistema en conferencias anteriores— se refirieron al rescate bancario, su costo social, o su revisión.

Una omisión que, para muchos asistentes, redujo el peso específico de esta convención, la cual lució más como una pasarela institucional que como un foro de discusión robusta.

Como bien dijo un veterano del sector entre pasillos:

«Mucho abrazo y poco apretón. Aquí se vino a tomar café, aplaudir suave y evitar decir lo que realmente importa.»

Una convención intrascendente, sin acuerdo clave

La 88 Convención Bancaria terminó como comenzó: sin sobresaltos, sin anuncios que sacudan el sistema, y sin abordar las tensiones que todos conocen, pero nadie quiso ventilar.
Ni el Fobaproa, ni la reforma judicial, ni las señales contradictorias del propio gobierno hacia la banca fueron motivo de debate abierto.

Y así, entre discursos para la plaza y gestos de calma para la élite, la relación entre el poder político y el financiero parece seguir un viejo libreto: se enfrentan en público y se entienden en privado. Porque al final, como diría Sheinbaum: “La prosperidad compartida”… tiene muchas formas de entenderse.

Tan sin embargo, que hasta el aplauso fue discreto