¿Cabeza fría o respuesta contundente? México frente a un nuevo desafío

Trump impone aranceles al acero sin previo aviso

Ciudad de México.

Donald Trump lo hizo otra vez. Apenas unos días después de haber acordado una “pausa” en la imposición de aranceles a México, el presidente estadounidense firmó este lunes una orden ejecutiva que impone un arancel del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio, golpeando directamente a la industria mexicana.

La noticia tomó por sorpresa a muchos, incluida la presidenta Claudia Sheinbaum, quien en conferencia de prensa admitió que su gobierno se enteró del anuncio por las publicaciones de la tarde anterior.

«Nos enteramos por publicaciones del día de ayer. Vamos a esperar y mantener la cabeza fría, a ver si anuncia algo hoy. A partir de eso, tomaremos nuestras determinaciones», declaró Sheinbaum.

Pero, ¿es suficiente mantener la calma ante un presidente que ya demostró que los acuerdos con él pueden romperse de la noche a la mañana?

Trump, los aranceles y la incertidumbre para México

El impacto de esta medida no es menor. Según la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco), Estados Unidos importó 3.8 millones de toneladas de acero mexicano en 2023. Mientras tanto, la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero) reporta que, de enero a octubre de 2024, México compró 2.4 millones de toneladas de productos terminados estadounidenses, lo que equivale a 4.1 mil millones de dólares.

Es decir, Estados Unidos vende más acero a México del que compra. Entonces, ¿por qué aplicar un arancel cuando, en teoría, su industria ya tiene una ventaja en este comercio bilateral?

El problema va más allá del acero. Trump dejó entrever que esta semana podría anunciar aranceles recíprocos contra otros socios comerciales, lo que generaría aún más incertidumbre en los mercados y en las decisiones de inversión.

«Cualquier acero que ingrese a Estados Unidos tendrá un arancel del 25%», declaró Trump en su regreso de Nueva Orleans tras asistir al Super Bowl LIX.

¿Qué sigue para México? ¿Responder con la misma moneda?

La gran pregunta es: ¿Cómo debe reaccionar México ante este golpe inesperado?

El acuerdo entre Sheinbaum y Trump era claro: una tregua de un mes en los aranceles mientras se negociaban soluciones. Sin embargo, la decisión de Washington demuestra que el pacto fue más una estrategia momentánea de Trump que un compromiso real.

Si México no responde, ¿enviaría una señal de debilidad? Si lo hace con represalias comerciales, ¿se arriesga a una guerra de aranceles que afecte aún más la economía nacional?

Las opciones son limitadas:

  1. Imponer aranceles a productos estadounidenses como una medida de presión y reciprocidad. Pero esto podría escalar el conflicto con su principal socio comercial.
  2. Buscar el respaldo de Canadá y otros aliados dentro del T-MEC para presentar una queja formal y frenar unilateralismos de Washington.
  3. Reforzar la política industrial interna para reducir la dependencia del mercado estadounidense y explorar nuevos destinos para el acero mexicano.

¿Es momento de «cabeza fría» o de actuar con contundencia?

La presidenta Sheinbaum insiste en la necesidad de mantener la calma, pero ¿es posible tener la cabeza fría con un presidente que cambia de opinión constantemente y que no respeta los acuerdos previos?

Trump ya demostró que su estrategia es imponer presión máxima y negociar después. México, al parecer, se encuentra en la misma posición de siempre: reaccionar en lugar de anticiparse.

Además, surge otra preocupación: si Trump rompió este acuerdo en cuestión de días, ¿qué impide que imponga más restricciones comerciales en otros sectores estratégicos para México?

La economía mexicana ya enfrenta un crecimiento débil, la incertidumbre del nearshoring y el fantasma de una recesión. Este nuevo golpe comercial pone en jaque la confianza de los inversionistas y podría afectar la estabilidad del sector industrial.

México en el ojo del huracán

El anuncio de Trump deja en claro que la relación bilateral entra en una fase de mayor tensión e incertidumbre. Mientras tanto, el empresariado mexicano, que ha mostrado su respaldo al gobierno federal en las recientes negociaciones con Estados Unidos, guarda silencio ante esta nueva amenaza.

¿Qué camino debe tomar México? ¿Responder con medidas similares o tratar de calmar las aguas con una estrategia más diplomática? ¿Es momento de endurecer la postura o seguir apostando por la cooperación?

Por ahora, el país está en un punto crítico, entre la prudencia y la necesidad de defender sus intereses económicos. El tiempo apremia y la decisión que tome México en los próximos días podría definir el rumbo de su relación comercial con Estados Unidos en los años por venir.