Ciudad de México.
El panorama de las finanzas públicas de México en los últimos meses del 2024 presenta un equilibrio frágil: por un lado, destacan incrementos en ingresos tributarios y gasto en desarrollo social, pero, por otro, persisten un déficit presupuestario elevado y una deuda histórica que alcanza los 17 billones de pesos. Estos elementos plantean preguntas críticas sobre la sostenibilidad fiscal del país y sus implicaciones para los próximos años.
Ingresos: Un desempeño positivo impulsado por la recaudación
Los ingresos presupuestarios aumentaron un 2.2% en términos reales anuales, superando tanto las expectativas como el promedio del último decenio. Este incremento estuvo liderado por la recaudación tributaria, que registró un crecimiento del 6.2%, el segundo más alto desde 2016. El IVA, un barómetro del consumo interno, subió un 3.7%, mientras que el IEPS en combustibles creció un notable 34.6%, reflejando una mayor eficiencia en las políticas de recaudación.
Sin embargo, los ingresos no tributarios y petroleros continuaron su tendencia a la baja. Los ingresos petroleros, que representan solo el 13.1% del total, disminuyeron un 14.6%, lo que subraya la necesidad de México de diversificar sus fuentes de ingreso y reducir la dependencia del petróleo.
El gasto: Prioridad en infraestructura y desarrollo social
El gasto público aumentó un 6.3% en términos reales anuales, con un énfasis particular en desarrollo social, que representó el 66% del gasto programable. Sectores clave como salud y educación vieron incrementos de 12.7% y 4.7%, respectivamente, mientras que la inversión en infraestructura creció un 11.4%.
Estos incrementos reflejan un esfuerzo gubernamental por fortalecer áreas críticas como el bienestar social y la competitividad económica. No obstante, el crecimiento del gasto también alimenta un déficit presupuestario que al cierre de noviembre se ubicó en 1.15 billones de pesos, destacando la necesidad de mantener el equilibrio fiscal.
La deuda: Una carga creciente con estabilidad relativa
La deuda pública neta del sector público federal alcanzó los 17.1 billones de pesos, con el 82.7% correspondiente a deuda interna. Aunque el 77% de esta deuda está contratada a tasa fija con vencimientos a largo plazo, asegurando cierta estabilidad, el volumen absoluto plantea preocupaciones sobre el costo financiero y su impacto en las finanzas públicas futuras.
En este contexto, la reciente emisión de bonos soberanos por 8,500 millones de dólares refleja tanto una estrategia para refinanciar la deuda existente como la necesidad de liquidez inmediata para cubrir las obligaciones presupuestarias de 2025. Aunque la alta demanda por estos bonos demuestra la confianza de los mercados internacionales en la economía mexicana, también subraya una dependencia creciente de fuentes externas de financiamiento.
Oportunidades y retos en el horizonte
La gestión fiscal de México ha mostrado resultados positivos en términos de ingresos y gasto estratégico. Sin embargo, el país enfrenta retos significativos en términos de déficit y deuda. Si bien la administración ha manejado de manera prudente las operaciones de refinanciamiento, la dependencia de los ingresos tributarios y las condiciones financieras internacionales generan incertidumbre.
La relación con los mercados internacionales será crucial para mantener la estabilidad macroeconómica, especialmente en un contexto global incierto y en vísperas de una posible renegociación del T-MEC bajo la administración de Donald Trump.
¿Está México en una posición fiscal sana?
Aunque las cifras muestran una gestión fiscal sólida y prudente, el creciente endeudamiento y el déficit presupuestario evidencian tensiones que podrían intensificarse si las condiciones económicas internacionales se deterioran o si las expectativas de crecimiento interno no se cumplen.
La emisión de bonos soberanos y el esfuerzo por mantener una deuda interna mayoritaria a largo plazo son señales de una estrategia financiera calculada, pero también indican una necesidad persistente de recursos para cumplir con los compromisos actuales.
En resumen, México ha dado pasos firmes para mantener la estabilidad económica, pero debe equilibrar cuidadosamente sus decisiones de gasto e inversión para garantizar un futuro financiero sostenible y resiliente. El reto no es menor, y el este año será clave para consolidar los avances logrados o enfrentar un posible deterioro fiscal.