El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha dejado claro que su política comercial en su nuevo mandato estará marcada por la presión arancelaria. En una serie de declaraciones, Trump advirtió que impondrá aranceles del 25% a las importaciones provenientes de México y Canadá, lo que podría poner en jaque el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y provocar un alza en los precios para los consumidores estadounidenses.
En una rueda de prensa previa a las festividades navideñas, Trump reiteró sus quejas por el déficit comercial y la inmigración, afirmando que ambos problemas son consecuencia directa de las políticas «ridículas de fronteras abiertas». Según el mandatario electo, México y Canadá «están avisados» de que deberán frenar la inmigración irregular y abrir sus mercados a los productos estadounidenses si quieren evitar represalias económicas.
“Perdemos mucho dinero con México y mucho dinero con Canadá. Los estamos subsidiando”, enfatizó Trump, quien ya en su primer mandato había utilizado la amenaza arancelaria como herramienta de negociación.
Impacto en el comercio norteamericano
De concretarse, los aranceles amenazan con desmantelar el T-MEC, un acuerdo que ha sido el pilar del comercio en la región. México y Canadá dependen significativamente del mercado estadounidense: cerca del 80 % de las exportaciones mexicanas tienen como destino a Estados Unidos, mientras que Canadá enfrenta un panorama similar.
Además, los aranceles podrían repercutir en el costo de bienes esenciales en Estados Unidos, desde alimentos hasta automóviles y combustibles, lo que generaría presión adicional en una economía que ya enfrenta desafíos inflacionarios.
Europa, un frente abierto
Trump también ha señalado su intención de imponer aranceles de entre el 10% y el 20% a productos europeos, particularmente en el sector automotriz, avivando tensiones que ya se habían manifestado durante su primer mandato.
La Unión Europea (UE), aunque intenta tender puentes con la nueva administración, ha dejado claro que responderá de manera “coordinada, precisa y proporcionada” si Trump cumple con sus amenazas. Mientras tanto, Bruselas también busca mantener un equilibrio entre la cooperación y el control frente a China, a quien considera un «rival sistémico».
China, el gran rival
Trump ha intensificado su retórica contra Pekín, amenazando con aranceles de hasta el 60% sobre productos clave de la economía china, como vehículos eléctricos, semiconductores y tecnología de consumo. A pesar de su tono beligerante, el presidente electo ha dejado abierta la puerta a un posible acercamiento, llegando incluso a invitar al presidente chino, Xi Jinping, a su investidura.
“La política comercial hacia China estará basada en la reciprocidad y un trato justo”, afirmó Trump, quien destacó que, de alinearse, Estados Unidos y China podrían “resolver todos los problemas del mundo”.
Un panorama incierto
Las amenazas de Trump no solo agitan el comercio global, sino que también generan incertidumbre en un mundo que aún lidia con los efectos de la pandemia, tensiones geopolíticas y un sistema económico cada vez más interdependiente.
Mientras que sus propuestas buscan fortalecer la posición económica de Estados Unidos, podrían desencadenar una guerra comercial de magnitudes inéditas, afectando a las economías de sus principales socios y al comercio global en su conjunto.
Con los ojos puestos en el 20 de enero, la comunidad internacional espera con cautela los primeros movimientos de la nueva administración de Trump, consciente de que sus decisiones podrían redefinir el comercio global en los próximos años.