Trump, tecnología y el juego del poder: donaciones millonarias marcan su retorno

Empresarios tecnológicos buscan influir en el nuevo mandato de Donald Trump

Nueva York.

Con información de la Agencia EFE, la reciente ola de donaciones millonarias de pesos pesados ​​del sector tecnológico al fondo inaugural de Donald Trump ha encendido debates sobre los intereses detrás de estos gestos de apoyo financiero. Nombres como Sam Altman, cofundador de OpenAI; Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta; y Jeff Bezos, fundador de Amazon, han prometido un millón de dólares cada uno para la ceremonia de toma de posesión del presidente electo, que se celebrará el próximo 20 de enero.

Mientras Altman destaca el liderazgo de Trump en la carrera tecnológica, especialmente en inteligencia artificial (IA), el trasfondo de estas aportaciones deja entrever un escenario donde los empresarios buscan posicionarse estratégicamente frente a un presidente que ha demostrado ser tan influyente como impredecible.

¿Qué buscan los gigantes tecnológicos?

Los analistas coinciden en que estas donaciones no son solo un gesto de cortesía, sino una estrategia calculada para mejorar las relaciones con una administración que, en el pasado, no había dudado en criticar y regular a las grandes tecnológicas. Zuckerberg, por ejemplo, pasó de tener una relación tensa con Trump a buscar fortalecer los lazos mediante reuniones, cenas privadas e incluso demostraciones de productos como las gafas inteligentes de Meta.

Jeff Bezos, por su parte, ha suavizado su postura hacia Trump, tras años de enfrentamientos verbales. El fundador de Amazon señaló recientemente que ve al presidente electo «más confiado y tranquilo» que en su primer mandato, lo que algunos interpretan como un intento de congraciarse con el líder republicano y proteger los intereses de su compañía frente a posibles sanciones o regulaciones.

Altman, en un enfoque más técnico, ha subrayado la importancia de liderar la infraestructura global de IA, considerando a Trump como la figura adecuada para enfrentar la competencia de China en este ámbito.

¿Pleitesía o pragmatismo?

El retorno de Trump al poder representa para muchos empresarios una oportunidad, pero también un riesgo. Sus políticas nacionalistas y su enfoque agresivo en materia de comercio y regulación tecnológica han dejado claro que quienes buscan mantener influencia en su administración deben estar dispuestos a colaborar abiertamente.

La relación entre las grandes tecnológicas y Trump no es nueva, pero esta vez parece estar marcada por un pragmatismo más visible. Las donaciones de un millón de dólares al fondo inaugural no solo refuerzan esta idea, sino que envían un mensaje de lealtad al presidente electo, quien ha dejado claro que valora estos gestos de apoyo como una señal de compromiso con su agenda.

Implicaciones geopolíticas y empresariales

El impacto de estas relaciones se extiende más allá de Estados Unidos. El enfoque de Trump en «restaurar las fronteras soberanas» y fortalecer la posición tecnológica de su país frente a China genera tensiones con aliados como Canadá y México, mientras que su retórica nacionalista amenaza con alterar dinámicas comerciales y diplomáticas clave.

Para los gigantes tecnológicos, la cercanía con el nuevo gobierno podría significar ventajas estratégicas, como acceso preferencial en regulaciones, contratos gubernamentales o protecciones frente a competidores internacionales. Sin embargo, también existe el riesgo de que estas acciones refuercen la percepción de que las grandes empresas están demasiado involucradas en la política, lo que podría desencadenar un escrutinio público y regulatorio adicional.

Un regreso lleno de incógnitas

El regreso de Trump a la Casa Blanca marca el inicio de una nueva etapa donde los límites entre política y negocios parecen más difusos que nunca. Para los empresarios tecnológicos, estas donaciones son una apuesta por asegurar su lugar en un tablero geopolítico complejo. Para el resto del mundo, las acciones de Trump y sus aliados en el sector privado podrían redefinir el equilibrio del poder económico y tecnológico global.

La gran pregunta es: ¿Cuánto costará este juego de poder a la democracia ya las relaciones internacionales? Solo el tiempo dirá si esta «inversión» de los gigantes tecnológicos rendirá los frutos esperados o si se convertirá en un arma de doble filo para la política y los negocios.