Ciudad de México.
Este lunes por la noche, la Secretaría de Hacienda entregó al Congreso de la Unión el Paquete Económico 2026, documento que marcará la ruta fiscal del país en un momento de alta sensibilidad económica y política. Desde las personas en mezclilla hasta los directivos de traje, todos saben que lo que se defina en estas semanas impactará en su bolsillo, en sus inversiones y en la estabilidad del país.
Crecimiento acotado y una apuesta a la resiliencia interna
El gobierno proyecta un crecimiento de 1.8% a 2.8% para 2026, apoyado en la fortaleza del consumo privado, la expansión del empleo formal y el incremento del salario real. El Plan México, con inversión pública equivalente al 2.5% del PIB, busca detonar proyectos estratégicos en infraestructura, transporte y manufactura avanzada. Sin embargo, la dependencia de la demanda interna como motor principal revela la falta de dinamismo en exportaciones y la sombra persistente de los aranceles de EE.UU., que siguen condicionando al sector empresarial mexicano.
Finanzas públicas: menos déficit, más deuda… ¿y más impuestos indirectos?
Hacienda presume un proceso de normalización gradual del déficit, que se reducirá a 4.1% del PIB en 2026, con deuda estable en torno al 52.3% del PIB. Pero detrás del discurso, los números muestran una realidad incómoda: el costo financiero de la deuda se disparará en 10.4% real, hasta alcanzar 1.57 billones de pesos, convirtiéndose en uno de los principales lastres del presupuesto.
La recaudación tributaria alcanzará un máximo histórico de 15.1% del PIB, sin nuevos impuestos generales, aunque sí con ajustes a refrescos, tabaco y hasta videojuegos violentos, además de aranceles estratégicos a países sin acuerdos comerciales. En otras palabras: el contribuyente seguirá siendo la principal fuente de financiamiento del gasto, bajo esquemas menos visibles pero efectivos.
Prioridades: bienestar social y rescate energético
El paquete confirma el carácter social del sexenio. Más de 987 mil millones de pesos se destinarán a programas sociales, con la pensión de adultos mayores absorbiendo más de la mitad. La Pensión Mujeres Bienestar se ampliará hasta alcanzar cobertura universal de mujeres entre 60 y 64 años.
En el frente energético, Pemex recibirá 517 mil millones de pesos en 2026, un incremento real de 7.7% frente al año anterior. Analistas como Gonzalo Monroy advierten que los recursos son “claramente insuficientes” para revertir la caída en producción petrolera: apenas alcanzan para mantenimiento. La CFE, por su parte, prácticamente se queda con presupuesto plano (554 mil millones de pesos), obligada a depender de esquemas alternativos de financiamiento.
Inversión estratégica y Mundial 2026
El gasto en infraestructura rondará 536 mil millones de pesos, enfocado en trenes de pasajeros, carreteras y modernización logística. Sin embargo, destaca un punto polémico: la FIFA y los organizadores del Mundial 2026 obtendrán exención de impuestos, un beneficio que contrasta con los ajustes fiscales a los consumidores mexicanos.
Una señal para inversionistas… pero con reservas
El discurso oficial subraya estabilidad macroeconómica y responsabilidad fiscal, lo que sin duda envía un mensaje positivo a los mercados internacionales. Sin embargo, la pregunta permanece: ¿es este paquete una apuesta real por el desarrollo o simplemente una maniobra para sostener el gasto social y cubrir los compromisos financieros inmediatos del Estado?
En el corto plazo, la resiliencia mexicana parece intacta. Pero hacia 2026, con crecimiento limitado y un costo financiero creciente, el margen de maniobra se estrecha peligrosamente. Y esa es la señal que no deben perder de vista ni los inversionistas internacionales ni los empresarios locales