Washington
La guerra comercial se recrudece. El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump anunció la extensión de sus aranceles del 50 % al acero y aluminio, ahora aplicados a más de 400 productos adicionales, lo que eleva el impacto de esta política proteccionista a un nivel sin precedentes.
Extintores, maquinaria agrícola, vagones de tren, materiales de construcción, turbinas eólicas y equipos pesados forman parte de la lista de artículos que a partir de esta semana quedarán sujetos a la medida, que busca —según Washington— “fortalecer la industria estadounidense y bloquear vías de elusión” de importaciones.
Un golpe directo a cadenas de suministro globales
La decisión abarca 407 categorías de productos con componentes de acero y aluminio, afectando a sectores industriales estratégicos. El Departamento de Comercio estadounidense justificó la ampliación como un paso para “revitalizar la manufactura nacional”.
Sin embargo, expertos advierten que la medida puede tener el efecto contrario:
“Todavía me pregunto cómo se benefician las fábricas estadounidenses al encarecer el equipo necesario para equiparlas”, cuestionó Jason Miller, profesor de gestión de cadenas de suministro en la Universidad Estatal de Michigan.
Según sus cálculos, los aranceles afectan ya más de 320.000 millones de dólares en importaciones basadas en el valor aduanero de 2024, lo que añade presiones inflacionarias a una economía estadounidense que ya enfrenta precios crecientes.
Europa y Asia, los más golpeados… pero Latinoamérica no queda al margen
Analistas prevén que Alemania y Japón estén entre los países más afectados por esta nueva ola de proteccionismo. Sin embargo, la medida también pone en alerta a América Latina, ya que varios países de la región exportan materiales, maquinaria y componentes que forman parte de las cadenas de suministro que terminan en el mercado estadounidense.
Para los inversionistas y CEO’s de Latinoamérica, el riesgo es claro:
- Aumento de costos de producción, especialmente en industrias vinculadas a la construcción, transporte y energías renovables.
- Mayor presión en cadenas de suministro regionales, que dependen en buena medida de insumos y equipos estadounidenses.
- Posible desplazamiento de exportaciones latinoamericanas, si EE.UU. concentra sus compras en mercados internos o en países con acuerdos bilaterales más favorables.
Entre acuerdos y tensiones
Desde su regreso al poder en enero, Trump ha endurecido su estrategia comercial, aplicando gravámenes de entre 10 % y 15 % a distintos socios, bajo el principio de “reciprocidad”.
Durante la tregua arancelaria que terminó el pasado 7 de agosto, Washington alcanzó acuerdos con nueve aliados, incluida la Unión Europea, reduciendo su tarifa del 30 % al 15 %. No obstante, la nueva ola de aranceles demuestra que el margen de negociación sigue siendo estrecho y altamente condicionado a los intereses de la Casa Blanca.
Lo que viene para los mercados
La extensión de los aranceles eleva la incertidumbre global y anticipa semanas de tensión en los mercados internacionales. Para América Latina, la pregunta clave es cómo reposicionar sus exportaciones y garantizar competitividad frente a un escenario de costos más altos y menor previsibilidad comercial.
La conclusión es clara: el proteccionismo de Washington no es una amenaza pasajera, sino un nuevo marco de reglas de juego en el comercio internacional. Y quienes no se adapten, pagarán el precio. Con información de EFE