Ciudad de México.
Petróleos Mexicanos (Pemex) atraviesa una de las crisis más graves de su historia reciente. No solo carga con una deuda superior a 20,000 millones de dólares con proveedores de químicos y equipos necesarios para procesar crudo, sino que ahora también enfrenta el rechazo de exportaciones por la baja calidad de su petróleo.
Refinerías en Texas y Luisiana han devuelto embarques de crudo mexicano debido a altas concentraciones de agua y sal, lo que ha encendido las alarmas en la industria energética. Mientras tanto, la refinería de Dos Bocas, el megaproyecto insignia del sexenio pasado, continúa sin refinar un solo barril de manera estable y fue obligada a cerrar en diciembre de 2023 por la mala calidad del crudo que recibe.
La administración de Claudia Sheinbaum suma así otro problema a la ya abultada lista de crisis que enfrenta: aranceles, migración, recesión económica, percepción de la corrupción en aumento y vínculos intolerables con organizaciones criminales. Ahora, a este complejo panorama se añade Pemex, un lastre financiero que consume miles de millones de dólares al año sin generar beneficios tangibles para los mexicanos.
Deuda asfixiante y crudo inservible
La petrolera estatal no solo está endeudada hasta el cuello, sino que enfrenta problemas operativos críticos. De acuerdo con Bloomberg, las refinerías estadounidenses han dejado de comprar crudo mexicano y han optado por fuentes más confiables en Colombia y Canadá.
Los reportes indican que los embarques de Pemex contienen hasta 6% de agua, seis veces más de lo permitido en estándares internacionales, lo que obliga a las refinerías extranjeras a realizar tratamientos adicionales para hacerlo apto para su procesamiento.
El director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, ha intentado minimizar la crisis asegurando que los compradores en EE.UU. solo han pedido descuentos y que «no se han rechazado embarques», pero la realidad es que la industria petrolera en el Golfo de México perdón Golfo de América ya está buscando alternativas más confiables.
Por su parte, la presidenta Sheinbaum ha tratado de desviar la atención afirmando que este problema «no es exclusivo de Pemex» y que será resuelto en 10 días. Sin embargo, los problemas de calidad del crudo no son nuevos, y los expertos advierten que la falta de inversión en mantenimiento y tecnología ha provocado una caída acelerada en la capacidad de producción y refinación de la empresa.
Un elefante blanco que sigue consumiendo recursos
Pemex se ha convertido en un agujero negro financiero. A pesar de los miles de millones de dólares que recibe anualmente, la empresa no es capaz de refinar su propio crudo en cantidades suficientes.
Desde la inauguración de Dos Bocas, la administración federal ha prometido autosuficiencia energética y el fin de los «gasolinazos». Sin embargo, en la realidad, México sigue dependiendo de importaciones de gasolina y diésel, lo que contradice el discurso oficial.
Mientras el gobierno de Sheinbaum busca imponer austeridad republicana en Pemex con reducciones salariales y recortes en la burocracia, el problema de fondo sigue sin resolverse:
- La empresa sigue sin ser rentable.
- El endeudamiento crece sin control.
- No tiene capacidad de refinación suficiente.
- Ahora, incluso el crudo que exporta está siendo rechazado.
¿Cuánto más le costará Pemex a los mexicanos?
Las preguntas que surgen son inevitables:
- ¿Hasta cuándo el gobierno seguirá sosteniendo a un gigante con pies de barro?
- ¿Por qué se siguen invirtiendo miles de millones de dólares en una empresa que no ha logrado cumplir con sus objetivos de autosuficiencia energética?
- ¿Cuánto más le costará a los contribuyentes rescatar a Pemex una vez más?
La respuesta no parece estar en las promesas de la presidenta Sheinbaum ni en los discursos optimistas de los directivos de Pemex. Mientras tanto, la deuda sigue creciendo, la industria petrolera internacional pierde confianza en la empresa, y México continúa dependiendo de importaciones de gasolina y diésel.
En este escenario, Pemex sigue siendo un lastre financiero y operativo que el gobierno parece no estar dispuesto a soltar, sin importar cuántos recursos tenga que destinar a su rescate.