Kananaskis, Canadá
La tensión es palpable, las expectativas son altísimas y los reflectores apuntan directamente a un posible y esperado encuentro: Claudia Sheinbaum y Donald Trump cara a cara en la cumbre del G7.
Este domingo inició formalmente la 51ª Cumbre del G7, marcada por un escenario económico global incierto, presiones proteccionistas desde Washington, misiles en Medio Oriente y una advertencia clara del Fondo Monetario Internacional (FMI): el mundo enfrenta un entorno de bajo crecimiento y alto endeudamiento, y los países deben reaccionar ya.
📉 FMI en alerta: crecimiento a la baja, deuda al alza
Desde su sede en Washington, el FMI advirtió que el crecimiento global se recorta al 2.8% para 2025, señalando como principales factores la guerra arancelaria impulsada por Donald Trump, así como la pérdida de dinamismo en países clave como México, China y Estados Unidos.
“La consolidación fiscal es urgente, pero aún más lo es impulsar la productividad y el crecimiento estructural. La situación ya es crítica”, sostuvo Julie Kozack, vocera del FMI.
Aunque algunas economías emergentes han mostrado “sorpresas positivas” en el primer trimestre, los mercados emergentes y en desarrollo caen a 3.7% de crecimiento, y Latinoamérica se desploma hasta el 2%, según la actualización del organismo.
🧨 Una cumbre con múltiples frentes: guerra, inflación, aranceles
La guerra entre Israel e Irán, la ocupación rusa en Ucrania, el conflicto en Gaza y el nerviosismo por un nuevo ciclo de aranceles globales hacen de esta cumbre una de las más complicadas en años recientes. Y por si fuera poco, la irrupción de Trump ha dinamitado consensos previos en temas como el cambio climático o la política monetaria coordinada.
El presidente estadounidense exige a la Reserva Federal bajar las tasas de interés “un punto completo” para estimular la economía… mientras al mismo tiempo impone un 55% de aranceles a China y presiona con gravámenes a socios como México y Canadá.
“Los líderes del G7 saben que este no será un cónclave de selfies y sonrisas. Será un campo de confrontaciones diplomáticas y ajustes de cuentas estratégicos”, comentó un funcionario europeo bajo anonimato.
🇲🇽🇺🇸 México y EE.UU.: del nearshoring al cara a cara
Por primera vez en más de cinco años, México participa activamente en una cumbre del G7 como invitado clave, en un contexto donde su economía se tambalea entre una recesión técnica y la pérdida de inversiones extranjeras.
La presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum ha captado la atención global, especialmente por la posible y necesaria reunión bilateral con Donald Trump, un encuentro que en los pasillos diplomáticos se ha venido solicitando desde hace meses, pero que hasta hoy no ha ocurrido.
Desde ENCLAVE hemos señalado que México y EE.UU. comparten una relación que más parece de extraños que de socios: aranceles vigentes al acero y aluminio, cierre parcial de la frontera, críticas a la reforma judicial mexicana y una presión migratoria que no cesa.
🔍 Expectativa máxima: ¿habrá cara a cara?
Aunque no se ha confirmado oficialmente un encuentro bilateral entre Sheinbaum y Trump durante la cumbre en Kananaskis, Canadá, fuentes diplomáticas consultadas por ENCLAVE afirman que las delegaciones de ambos países están trabajando intensamente para que este diálogo ocurra.
“El momento decisivo ha llegado. La economía mexicana no puede seguir flotando sola. Es urgente un diálogo frontal con Trump. La foto que todos esperan es esa: Sheinbaum y Trump, frente a frente. No con intermediarios, no en X, sino en una sala cerrada para hablar de inversiones, comercio, migración y respeto institucional”, comentó un analista político de alto nivel.
🌐 El G7
El G7 no es solo un espacio para consensos, también es un campo de batalla diplomática. México llega debilitado, sí, pero aún con voz. Hoy más que nunca, necesita diálogo, firmeza y estrategia. La relación con EE.UU. no puede seguir deteriorándose por omisiones ni improvisaciones. La economía mexicana ya paga el precio de la desconexión.
Mientras el mundo se reorganiza, México debe decidir si será actor con peso real o simple espectador de un juego que lo afecta profundamente.